El testamento musical del filósofo
Dijo en una ocasión el filósofo Theodor W. Adorno que Kant y Hegel habían sido los últimos (tal vez, los únicos) que habían podido acuñar una estética entera sin saber nada de arte. La idea es ingeniosa, pero parcialmente verdadera. Hegel sabía más de arte de lo que estaríamos dispuestos a sospechar. Y además, ¿qué querría decir "saber" de arte? Alienta la presunción de la intimidad técnica, que Adorno poseía en el caso de la música. ¿Cómo leer entonces El canto de las sirenas, el testamento filosófico del filósofo español Eugenio Trías (1942-2013)?
Trías fue comprendiendo que, acaso, la música podía relevar a la filosofía como vía de conocimiento. La presunción no es nueva, cierto, pero llega aquí al extremo de desplegar una historia filosófica de la música, de Monteverdi a Xenakis. O en sus palabras, "un arco reflexivo entre la filosofía y la música". Trías, que justamente no abunda en minucias técnicas, tiene en mente una "filosofía del límite". ¿Qué limite? El de música y filosofía, claro. Y con él, otro. "Pensar la música", aun cuando sepa que la música se piensa a sí misma.