Recursos preciosos
SAN PABLO.- El impacto de las medidas para combatir el coronavirus y para mitigar los efectos sociales de la parálisis económica apenas se calcula. En una estimación preliminar, el secretario del Tesoro, Mansueto Almeida, dijo que se espera que el déficit primario supere los 300.000 millones de reales este año. En otras palabras, este es el monto que el Estado tendrá que pedir prestado para cubrir sueldos de personal, gastos administrativos, programas sociales e inversiones. El presupuesto 2020 aprobado por el Congreso contemplaba un déficit de 124.000 millones de reales. Sin embargo, el gasto será mucho mayor de lo esperado y los ingresos caerán debido a la inminente recesión y la necesidad de proporcionar alivio fiscal a las empresas. No hay nada que cuestionar sobre el imperativo de tales medidas, que por cierto ya han llegado tarde. Sin embargo, será ilusorio imaginar que las bóvedas se abrirán sin mayores costos. La deuda pública brasileña, que según la metodología del FMI, representa alrededor del 90% del PBI, solo puede compararse, entre las principales emergentes, con la de la Argentina en crisis.
Es necesario ahora buscar formas de eliminar el gasto no prioritario o excesivo. Aquí se destaca la posibilidad de reducir las horas y los salarios de los servidores públicos. Defendida por el área económica del Poder Ejecutivo y por el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, la medida estaría doblemente justificada. El gasto del país en funcionarios públicos se encuentra entre los más altos del mundo, y este estrato bien pagado de la sociedad ya está protegido de la crisis al tener garantizada su estabilidad laboral, a diferencia de la gran mayoría de los trabajadores brasileños.