La vida sigue aún en las ciudades invisibles
Todo parece suspendido. Al mismo tiempo, todo continúa. La cuarentena es un estado. Inusual e irreal. Quizá, solo una constatación de los universos paralelos.
Ya no es ese mundo ancho que vemos a través de las pantallas. También nuestro mundo se vuelve ajeno. Nuestra calle, nuestro barrio se desdibujan, se modifican y se resignifican en apenas una semana.
Una salida laboral se vuelve una experiencia existencial. No hay casi nadie, pero los ojos no alcanzan ante todo lo nuevo (o como nuevo) que asoma. La vida sigue. Aunque la muerte aceche. En medio de la disciplina social, la irrupción indisciplinada en cada plaza de esos yuyos hasta ayer prohibidos lo confirman .
"Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra". Son Las Ciudades Invisibles, de Italo Calvino, que Marco Polo le revela a Kubla Khan. No casualmente. Como las que hoy casi nadie puede ver. Por miedo, a pesar del deseo. Pero siguen vivas.