Viralizar datospara combatirel virus
Es curioso. Con todas las escuelas cerradas estamos aprendiendo más que nunca. No me refiero a los que hacen cursos virtuales durante la cuarentena, porque sospecho que hay más oferta que demanda. Hablo de los que tuvieron esta semana su primera reunión virtual, los que hicieron la tarea online con los hijos o les buscaron un plan en Instagram Live cuando antes no tenían una cuenta. Los que se cocinaron la cena que antes encargaban al restaurante. Cada quien desde su punto de partida, estamos incorporando conocimiento a una velocidad digna de Silicon Valley. Ningún consultor de innovación se atrevió a soñar tanto cuando recomendaba vivir en aprendizaje permanente.
Sobre datos también estamos aprendiendo. Es la primera vez en la historia que los graph de los noticieros hablan de "aplanar la curva". Un concepto estadístico se impone a las declaraciones de los famosos. Una nota de The Washington Post que usa animaciones para explicar la idea tuvo tanta demanda que los editores decidieron traducirla a 8 idiomas, incluido español.
La imagen de la curva alta, cuando se dispara hacia su pico, es una forma de representar el crecimiento exponencial de los contagios que produce el Covid-19. La noción de exponencialidad es una de las más difíciles de capturar para el cerebro humano. Somos muy malos estimando el crecimiento exponencial. ¿Cuánto mide una hoja muy fina, como las de biblia, cuando se la pliega 45 veces sobre sí misma? Respuesta: tanto como la distancia de la Tierra a la Luna. Y con un pliegue más podemos volver. Lo explicó Adrián Paenza hace varios años en una charla de Ted-Ed, pero la comprensión cabal parece habernos llegado ahora, mientras miramos mapas epidemiológicos o intentamos calcular la tasa de mortalidad de un virus cuya cantidad de infectados es una incógnita.
Los ciudadanos -a nivel individual- nos acercamos velozmente a los datos. La gran pregunta es si podremos hacerlo también a nivel colectivo, y cómo. Llevamos años hablando del potencial que encierran los datos agregados de miles de ciudadanos, registrados a través de nuestros celulares y con cada interacción que tenemos online. La huella de información que dejamos en nuestra vida cotidiana puede, con el debido cuidado del anonimato, ofrecer nuevas soluciones para anticipar conductas, prever contagios, distribuir ayuda en casos de emergencia.
Los datos ya se usaron para colaborar durante la crisis del Ébola en África, el zika en Brasil y la gripe porcina en México. En los tres casos se combinaron datos públicos y privados, provistos por empresas (Orange, Facebook y Telefónica, respectivamente). Pero en todos estos casos se trató de planes piloto, aislados, sin financiamiento para lograr escala, y sin mayores réplicas.
En la última semana se inició una campaña para instar a los gobiernos y las empresas a tomar en cuenta estas experiencias y crear políticas públicas para los datos. Impulsada por el GovLab de la Universidad de Nueva York -hoy en medio de un foco viral- el llamado propone implementar las recomendaciones de una Comisión Europea que estudió este tema y publicó su reporte final en febrero de este año.
En la Argentina, el experto en datos Matías Zabaljáuregui lanzó una campaña similar, que está recogiendo firmas entre la comunidad de datos local. Matías cambió su perfil de LinkedIn y puso: "Covid-19 en Latam: disponibilidad full time para colaborar".
Ambas campañas piden, entre otras recomendaciones, que se establezcan reglas y principios para compartir datos entre el sector público y el privado, que se forme a funcionarios para que los estados tengan capacidad de plantear preguntas útiles que pueden responderse con datos, y crear comunidades con el tercer sector y los especialistas, como hizo la Argentina con otros expertos, los epidemiólogos.
No es que falten proyectos con datos relacionados con el coronavirus. Todo lo contrario. Deutsche Telekom, Telecom Italia y Vodafone, entre otras, dieron datos a los gobiernos para ayudar a combatir la pandemia. En la Argentina, la ciudad de Buenos Aires lanzó esta semana una búsqueda laboral de analistas y arquitectos de datos.
Corea del Sur y China pelearon la batalla contra el virus empuñando cada dato disponible: seguimiento con drones, vigilancia directa de los movimientos de celulares, tomas compulsivas de la temperatura corporal. Les fue bien contra la pandemia, pero con recursos inaceptables en democracia.
Dicen que hay que tener cuidado con nuestros deseos porque se pueden cumplir. Por eso hay que formularlos con precisión. En este caso, necesitamos establecer e implementar nuevas fórmulas de colaboración con datos, que sustenten proyectos de bien público a gran escala, pero sin consecuencias trágicas para nuestra libertad y privacidad.
Es un buen tema para pensar durante la cuarentena, en casa. Y si se cruza la idea de abandonar el problema y salir, basta con entrar a otra iniciativa digital de estos días, www.puedosalirdecasa.es, y encontrar la respuesta. Quedémonos.