Como en 1810
Con motivo del aniversario de la Revolución de Mayo, volvieron a relucir esta vez, en versión virtual estampas de los vendedores ambulantes de 1810. De aquel Buenos Aires colonial solo siguen en pie esos servidores callejeros. Mucho avanzó el mundo en estos 210 años, pero ellos se mantienen igual. Caminan, vocean y venden, como lo hacían a principios del siglo XIX.
La economía podrá estar hecha trizas por graves desaciertos de infinitos gobiernos y recibir su golpe de gracia en estas semanas de cuarentena que "durará lo que tenga que durar", como se enoja el presidente Fernández. No importa, haga frío o calor, los vendedores ambulantes van para adelante. Se les nota que les gusta vender: atrapan clientes a rolete al ofrecer escarapelas y banderitas en las fechas patrias, remeras de los equipos de fútbol que se enfrentan, pañuelos de todos los colores cuando confluyen marchas proaborto y antiaborto, espadas luminosas a la salida de un espectáculo infantil y los benditos paraguas en cuanto caen dos gotas. Siempre atentos a satisfacer lo que demanda el mercado, rotan de productos según la ocasión. Ahora ya ofrecen barbijos y pantallas para la cara. Merecerían ser ministros de Economía.