Los fuertes lazos entre abuelos y nietos, un factor de la alta letalidad
Aunque parece que hubiera pasado un año, recién se cumplió un mes del principio de la pesadilla del Covid-19. Fue el 21 de febrero pasado cuando se detectó el primer caso italiano de coronavirus: un hombre de 38 años de Codogno, pueblo de la provincia de Lodi, que saltó a la fama como el "Wuhan italiano".
El paciente 1, llamado Mattia, empleado de Unilever que se pensó que se había enfermado porque había cenado con un empresario que había estado en China y que estuvo al borde de la muerte, un mes después está recuperado. En lo que representó una buena noticia para una opinión pública al borde del colapso, Mattia salió de terapia intensiva hace un par de días. Contó que logró sobrevivir porque sabía que su mujer, embarazada y también contagiada por el coronavirus -no de gravedad-, está por dar a luz a una niña.
Ayer, en medio un nuevo y trágico récord de muertes en Italia, otra mala noticia fue que murió por coronavirus el padre de Mattia, el paciente 1 por el que todos los italianos "hinchaban", vista su corta edad. En medio de la incertidumbre por lo que vendrá, la muerte de Moreno, abonó la hipótesis que indica que el tema de los lazos familiares, fuertes y más estrechos en Italia que en muchos otros países, puedan ser una explicación de la alta letalidad que tiene el virus en este país.
Aunque a diario las autoridades italianas reiteran que la alta mortandad tiene que ver con un factor poblacional -ya que el virus ataca a la población más frágil y anciana y que Italia es uno de los países más viejos del mundo, junto a Japón- algunos expertos comienzan a tomar en consideración también otro aspecto, más bien cultural.
En Italia, desde hace años en recesión y sumida en una crisis económica que no le da oportunidades a los jóvenes, en efecto, está difundido el fenómeno de los "mammoni": jóvenes que se quedan en el nido familiar más de la cuenta porque no tienen trabajo o porque no les alcanza el sueldo como para independizarse e irse del hogar.
Por otro lado, siempre debido a una situación económica precaria, las parejas que se animan a tener hijos y trabajan cuentan para poder organizarse y hacerlo con una red de abuelos-niñeros infalibles. "Nonni" saludables, ya jubilados y con tiempo libre, que se ocupan de sus nietos full-time: los llevan o buscan del colegio, los acompañan a actividades como fútbol, natación o música, incluso se los llevan de vacaciones en los meses de verano.
Un estudio inglés realizado por Jennifer Beam Dowd, epidemióloga y demógrafa de la Universidad de Oxford, del que dio cuenta el diario Corriere della Sera, destacó justamente que esta realidad italiana de lazos familiares más que estrechos no pasa igual en otros países que, quizás por eso, tuvieron una letalidad mucho menor.
"Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística Italiano [Istat], la interacción jóvenes-ancianos en Italia engloba a más de la mitad de la población en las regiones septentrionales", indicó el estudio.
"Estas interacciones intergeneracionales, la corresidencia y los modelos de desplazamiento diario podrían haber acelerado la epidemia en Italia. Las diferentes edades, junto a un diagnóstico precoz y a la gestión de la emergencia, explican probablemente también el bajo número de víctimas en Corea del Sur y en Singapur con respecto a Italia", agregó.
Hipótesis
Concluyeron lo mismo dos profesores de Economía de la Universidad de Bonn (Alemania), Christian Bayer y Moritz Kuhn. Su hipótesis es que las diferencias en las interacciones sociales tienen un rol clave en la difusión de la epidemia y de consecuencia en la letalidad.
"Supongamos que en el país A casi todas las interacciones tengan lugar en el seno de un solo grupo de personas, es decir, que las personas en edad laboral se encuentran entre ellas y los ancianos hacen lo mismo con sus coetáneos. En el país B la interacción tiene lugar entre las generaciones: jóvenes y ancianos viven juntos e interactúan, por ejemplo, para cuidar a los nietos o porque, por ejemplo, jóvenes trabajadores viven todavía junto a mamá y papá porque no pueden permitirse vivir solos", escribieron.
Con fecha 13 de marzo, Bayer y Kuhn pasaron a analizar los datos del World Value Survey y calcularon el porcentaje de personas de entre 30 y 49 años que viven con sus padres en cada país. Y pudieron observar que este porcentaje es inferior al 5% en Francia, Suiza y los Países Bajos, mientras que en Japón, China, Corea del Sur e Italia hay cuotas superiores al 20%.
"Lo que aparece es que la estructura de las interacciones sociales es importante", subrayaron, al advertirle a los países donde hay frecuentes contactos hijos-abuelos-nietos (como Serbia, Polonia, Bulgaria, Croacia y Eslovenia) pasaran a tomar las medidas oportunas en este sentido.
Estos primeros estudios que destacaron la importancia de la interacción mayores-jóvenes y de los lazos afectivos-familiares podrían explicar también por qué en Alemania, si bien se registran más de 22.200 casos, hubo solo 72 muertos, según los últimos datos publicados ayer. Las personas de entre 30 y 49 años que viven con sus padres en Alemania, en efecto, son poco más del 10%.
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