Según la comunidad científica, el antropoceno es la etapa geológica en la que hemos entrado a mediados del siglo XX, caracterizada por el impacto negativo que han causado en el planeta el consumo masivo e indiscriminado de recursos y las emisiones de gas. ¿Qué relación puede tener esto con un disco de música pop? Solo a una artista singular, osada e irreverente como Claire Elise Boucher (nacida hace 31 años en Vancouver, Canadá, más conocida internacionalmente por su seudónimo artístico, Grimes) se le podía ocurrir establecer un puente entre dos mundos tan disímiles.
No es la única idea extravagante de esta nueva figura del pop contemporáneo. Hace poco decidió iniciar un trámite legal para cambiar su nombre de pila (Claire) por "c", la letra que simboliza la velocidad de la luz. Se supone que fue una sugerencia de su novio, el magnate sudafricano Elon Musk, fundador de Tesla, compañía dedicada a la fabricación de autos eléctricos. También sorprendió con la creación de un avatar digital bautizado War Nymph ("Todos tenemos una vida aparte en el mundo digital", declaró como justificativo para esa personalidad alternativa que utiliza en las redes sociales) y de una categoría musical en la que pretende que se enmarque su obra ("ethereal", en este caso).
Más allá de las excentricidades, está la música. Y en Miss Anthropocene, Grimes –vamos a llamarla así para evitar confusiones– consigue el resultado más virtuoso de su carrera (cinco discos hasta la fecha), apoyándose de nuevo en la combinación tan personal de electrónica, dream pop, R&B y recursos de producción del hip-hop que la hizo conocida, pero dotándola ahora de una potencia especial que probablemente tenga que ver con la incorporación de algunos pasajes sonoros nuevos (nü metal) que encajan muy bien en el cuadro general.
Aun cuando el cambio climático es hoy un tópico muy transitado, la perspectiva de Grimes es diferente: "Salimos de fiesta cuando se pone el sol / la aniquilación inminente suena genial", canta en "My Name Is Dark", uno de los temas más convincentes de un disco que, perfectamente, podría pensarse como la banda sonora de un manga retrofuturista.
El otro asunto que sobrevuela el álbum es el de la distopía digital, una obsesión recurrente para Grimes, convencida de que la sociedad en la que vive se parece cada vez más a la de Ready Player One: comienza el juego, la película de Steven Spielberg estrenada en 2018 en la que una humanidad oprimida por un mundo cada vez más sombrío busca refugio en el placebo de la realidad virtual.
En términos de definiciones, nadie como ella para encontrar las que mejor calzan para un repertorio tan reacio a las clasificaciones ("«4æm» es como una versión ciberpunk de una película de Bollywood", dijo sobre el quinto track de este nuevo disco) y que esta vez incluye dos baladas ("New Gods", el country cósmico de "Delete Forever") que, vale la pena aclarar, están más cerca de Aphex Twin que de Adele.
Hay mucha tela para cortar en Miss Anthropocene, como va quedando claro en cada nueva escucha del disco. Si Burial, Björk y Vangelis se hubieran reunido para llevar adelante un proyecto, quizás sonara parecido a lo que Grimes pudo hacer ella solita, gracias a su espíritu provocador y aventurero. Y a una imaginación cada vez más salvaje.