Para emular a Robert Capa y su célebre miliciano caído, la fotógrafa y pintora Catherine Balet indagó en Google Earth para dar con un campo similar, que encontró en el valle del Sena. Para el retrato de Picasso de Doisneau, encargó a un panadero el pan con forma de manos, y una baguette de un metro y medio para recrear al niño parisino de Willy Ronis. Son solo detalles de producción dentro de una ambiciosa investigación y reinterpretación que la artista francesa hizo de las obras fundamentales de la historia de la fotografía.
Tomando como único modelo a su amigo y artista Ricardo Martínez Paz, un argentino de 79 años afincado en París desde hace cuatro décadas, Balet desarrolla una narración y homenaje a los grandes maestros de la imagen, desde el primer autorretrato de Robert Cornelius en 1839 a las selfies de hoy. La muestra Looking for the Masters in Ricardo’s Golden Shoes reúne 60 de las fotografías que dan cuerpo a este trabajo, que se expondrá hasta marzo en la Fototeca Latinoamericana (FoLa).
En sus relecturas, reunidas también en un libro, Catherine integró con sutileza algunos elementos, entre ellos los zapatos dorados a los que refiere el título y que son "famosos en el mundillo parisino", ya que Ricardo –conocido entre el jet set artístico local e internacional– lleva años incorporándolos a su vestuario, con diseños de Helmut Lang a Dries van Noten.
Para su proyecto, Catherine estudió la composición, la luz, los colores, el desenfoque accidental, el papel fotográfico –a menudo granulado–, la orientación correcta de una calle y otros detalles que participaron en la expresión de las emociones en los retratos originales.
Quería el mínimo de artificio, por lo que fue el crecimiento del pelo de Ricardo lo que planificó las sesiones.
El concepto supuso explorar el vasto repertorio de tecnologías de procesamiento de imágenes. Tomó las fotos con una misma cámara digital profesional y analizó los procesos originales. "Busqué la máxima información sobre cada fotógrafo y qué tipo de cámara usaba, qué tan grande era, ¿trabajaba con trípode? Comencé a descifrar la técnica y la orientación de la luz, y estudiamos el vestuario y las escenografías. Quería el mínimo de artificio, por lo que fue el crecimiento del pelo de Ricardo lo que planificó las sesiones", señala Balet.
El proyecto nació en 2013, cuando Catherine invitó a su futuro muso al famoso festival Les Rencontres de la Photographie, en Arles. "Le sugerí relatar sus aventuras allí y publicar las fotos en Facebook. Como jugando, comenzamos a representar imágenes de los fotógrafos exhibidos: Larrain, Lartigue, Bourdin. Una mañana, Ricardo bajó a desayunar con una remera a rayas marinera. Siempre me había fascinado su parecido con Picasso, así que puse dos croissants y creé un homenaje a Doisneau. Al circular las imágenes, hubo una respuesta entusiasta que transformó la idea en proyecto, reforzado luego por otras personas y oportunidades", explica la autora.
Entre las fotos reinterpretadas figuran emblemas como "Jóvenes granjeros", de August Sander (1914); "El beso del Hotel de Ville" (1950), de Robert Doisneau; o "Bee Man" (1981), de Richard Avedon. También la foto de John Lennon y Yoko Ono, inmortalizada por Annie Leibovitz en los 80, y recreaciones de Cartier-Bresson, Man Ray, Helmut Newton, Nan Goldin, Diane Arbus, David Hockney, Grete Stern –de quien Ricardo fue asistente– y Andy Warhol, que fue el primero en mencionar el parecido de este con Picasso en una cena que compartieron en los 90.
Nacido en Coronel Pringles en 1940, Martínez Paz presenta una historia de película: sus padres no son quienes creía, no nació el día que pensaba y se llegó a vincular con personalidades como Arturo Carrera, Mario Merlino, Delia Cancela, Marta Minujín, Borges, Mujica Láinez, Juliette Binoche, Carla Bruni y Jane Birkin.
Caracterizado, desnudo o con la cabeza rapada, fue capaz de interpretar a un niño, a una mujer o a un viejo jefe indio sin caer en lo caricaturesco o lo burlesco.
En el proceso, que duró más de dos años, el modelo interpretó 121 roles. "Su rica personalidad inspiró la serie. Su cuerpo envejecido revela venas y músculos debajo de una piel luminosa. ¡Qué gran modelo fue! Con su naturaleza de camaleón y su entusiasmo, estaba listo para seguirme en las recreaciones más difíciles: caracterizado, desnudo o con la cabeza rapada, fue capaz de interpretar a un niño, a una mujer o a un viejo jefe indio sin caer en lo caricaturesco o lo burlesco", resalta Catherine.
Los homenajes resaltan el valor de los originales. "Las fotos famosas han sido icónicas porque congelan un momento para nuestra conciencia colectiva y producen emoción inmediata, aunque no sean la verdad. No importa si el soldado en la foto de Capa realmente está siendo baleado ni si Doisneau le pidió a la pareja que se besara; ambas muestran una verdad sobre la guerra y sobre el amor con un impacto social y cultural", subraya la fotógrafa.
Looking for the Masters in Ricardo’s Golden Shoes, fotografías de Catherine Balet, en FoLa, Godoy Cruz 2626. Hasta marzo.
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