Ajuste. El Estado ahorró plata por dos meses seguidos por primera vez en 7 años
En medio del atolladero económico conformado por la alta inflación y el comportamiento inestable del dólar, el Gobierno parece haber cosechado una buena noticia. Sucede que en los dos primeros meses del año anotó un superávit primario (antes del pago de intereses) de $23.384 millones, en comparación con un rojo de $16.299 millones en el mismo período de 2018.
Si se mantiene la tendencia del primer bimestre a lo largo del año, el equipo económico a cargo del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne , estará más cerca de conseguir el objetivo de "déficit cero", como se comprometió con el FMI . Es, también, un reclamo tácito de los mercados para devolver la confianza a la capacidad de pago a largo plazo de la Argentina.
Según la cartera de Hacienda, los ingresos totales aumentaron un 48% con respecto a febrero de 2018 y los gastos, un 29%. Para el Gobierno, este dato es importante porque va en coincidencia con el cumplimiento de la meta para el primer trimestre de $6000 millones.
En lo que respecta al resultado financiero (que incluye el pago de los intereses de la deuda pública), se registró un déficit de $4906 millones. En el año, el déficit financiero fue de $64.944 (0,3% del PBI), mientras que en igual período de 2018 había sido de $53.627 millones (0,4% del PBI).
Amilcar Collante, economista del Centro de Estudios Económicos del Sur (Cesur), explicó a LA NACION que el superávit primario es una cifra que hay que enmarcar dentro del programa con el Fondo Monetario Internacional, que exige al país alcanzar el equilibrio fiscal.
"Del lado de los ingresos, hay un impacto por presión impositiva que sube la recaudación. En relación con gasto, ahora va a ser mayor por el aumento en la Asignación Universal por Hijo, por ejemplo, que en febrero estaba bastante pisado y en marzo va a tener su efecto. Además, la suba de tarifas anticipa que se achiquen los subsidios, lo cual resta del gasto, y los derechos de exportación también van a dar una gran cantidad de ingresos", dijo el economista.
En tanto, destacó que hay que agregar a esta medición el pago de los intereses de la deuda con el FMI y advirtió que "sería muy difícil de afrontar" un nuevo impacto cambiario, una devaluación o una aceleración en lo precios porque eso requeriría "ajustar sobre lo ajustado".
"Si la recesión se profundizara y los ingresos que están ligados a la actividad se retraen hasta quedar muy por debajo de la inflación, se va a tener que aplicar un ajuste mayor sobre la línea de gastos y habría que achicar más, por ejemplo, la obra pública o los subsidios", sostuvo. "Bajó el déficit fiscal y el de cuenta corriente, pero ahora se tiene que sostener en el tiempo", cerró.
LA NACION