Claves para comerciar más con Brasil: buscar nuevas zonas, aprovechar el contexto y sumar lobby importador
El superávit comercial con Brasil de US$1017 millones en 2019, el primero en 17 años, no es fácil de sostener este año según entienden los especialistas. Una pista fue lo que sucedió el mes pasado: la pérdida en el saldo del intercambio fue de US$20 millones, una cifra muy distinta en comparación con lo que sucedió el mismo mes del año anterior, cuando hubo un superávit de US$120 millones.
En 2019, la recesión argentina fue clave para compensar el retroceso interanual de 4,5% que se registró en las importaciones. La buena noticia es que la economía brasileña aparece más consolidada hacia adelante con un crecimiento proyectado de entre 2,5% y 3%, lo que abre más oportunidades a los empresarios argentinos. La incógnita es cómo será la relación política entre los dos países.
El exembajador argentino en Brasil, Carlos Magariños, está convencido de que hay que seguir trabajando en dos factores: el lobby importador argentino y el avance con el comercio sobre las regiones brasileñas que vienen creciendo fuerte y a las que la Argentina les vende poco. "Brasil creció mucho desde la conformación del Mercosur. No exporta ni importa lo mismo que en los '90; entonces no podemos vender lo mismo que en esos años", dice a la nacion.
Describe que los envíos nacionales se concentran en el sur, sureste y la costa brasileñas (20% en Río Grande do Sul y el resto en San Pablo y Río de Janeiro, con alguna participación marginal de Bahía): "El PBI brasileño creció fuerte, por ejemplo, en Mato Grosso y Goias, en el noroeste. Ambas regiones suman prácticamente lo mismo que Santa Catarina y los argentinos les vendemos US$100 millones a ellos y US$1000 millones al sur. Hay que concentrarse en nuevas regiones y en la microoferta".
Gustavo Perego, economista de Abeceb, y Gustavo Segré consultor y socio de Center Group, coinciden en que el contexto de Brasil jugará un rol crucial en la posibilidad de que actúe como impulsor de la actividad argentina. La baja de la tasa (4,5% y habría dos reducciones más de 0,25% en el año) y la inflación dentro de la meta (alrededor del 4% anual) impactarán en el consumo masivo, generando más ventas de autos y línea blanca.
Abeceb estima que, en ese marco, Brasil traccionará "mucho más" y aunque su industria tiene capacidad ociosa y absorberá parte del crecimiento, habrá un "impacto positivo sobre la Argentina; las exportaciones podrían llegar a US$11.000 millones, 7% más interanual y las importaciones a US$10.000 millones, 2% más. El superávit podría rondar los US$800 millones".
Para Segré la noticia es buena en términos generales, aunque ratifica que la Argentina viene perdiendo peso en las ventas a Brasil: en el 2000 representaba 12,25% de las importaciones globales y en 2019, bajó a 5,95%. En ese período las compras brasileñas al exterior se multiplicaron por 3,6.
"En lo político hay un buen trabajo que hasta ahora está mostrando (el embajador Daniel) Scioli, quien tiende al consenso, con mucho foco en lo comercial y con el objetivo de aumentar la participación argentina al menos un punto por año -agrega Segré-. Brasil y la Argentina se necesitan, pero es la Argentina la que tiene mucho más para ganar. Brasil se encamina hacia una mayor libertad económica y si la administración argentina no lo sigue probablemente la deje de lado. No mantendrá la ?diplomacia estratégica'".
Respecto de las regiones a explotar, Perego insiste en que entre el norte y el noreste brasileño hay 50 millones de personas -"una Argentina más"-, una zona en la que las exportaciones locales tienen muy poca penetración, al igual que el empresariado. "Los estados de Bahía, Ceará, Río Grande do Norte y Espíritu Santo tienen capacidad de consumo; además empezaron a desarrollar su frontera agrícola. Es una región a prestarle atención; los puertos están muy interesados, hay espacio para crecer", apunta.
Sectores estratégicos
La falta de competitividad de los productos argentinos es el eje de la pérdida de presencia en el mercado vecino. Para Segré hay dos situaciones que podrían ayudar. Una tiene que ver con que los productos registrados ante organismos estatales deben ser nuevamente inscriptos cuando pasan de un país al otro. Ese trámite conspira contra el artículo 1 del Tratado de Asunción, base de la creación del Mercosur.
El otro punto se vincula con el aspecto tributario; las mercaderías deben recibir el mismo trato en todos los miembros del bloque comercial. Tampoco se respeta. Por ejemplo, las autopartes argentinas al entrar a Brasil pagan dos contribuciones sociales que suman 18%; mientras que las brasileñas tienen una carga de 9,25% al ingresar a la Argentina.
Por supuesto, otro ítem significativo es la desvalorización del peso en relación al real. Según datos de Center Group sobre números oficiales, desde el 31 diciembre de 2004 -cuando ambas monedas estaban casi iguales- hasta el 31 de diciembre último, el dólar en Brasil aumentó 51,3% frente al 2007,2% en la Argentina. La inflación brasileña acumuló un alza de 131,12% y la argentina, 3297,1%.
Perego advierte que los empresarios argentinos deben analizar los ejes del crecimiento del socio para entender cuáles son las oportunidades que se abren. Con una mirada de mediano plazo, apunta a las commodities agroindustriales presionadas por las cuencas agroexportadoras del país; a la cuenca del mineral de hierro y a la energía (Brasil quiere pasar de los actuales 3,5 millones de barriles de petróleo que produce a 10 millones en 10 años). "Busca atraer inversores, romper monopolios", define el economista.
Agrega que otra herramienta de crecimiento es el plan de infraestructura diseñado por la administración de Jair Bolsonaro, con licitaciones por alrededor de US$50.000 millones. "Esos son los sectores que, además, empujan a las cadenas hacia atrás", describe.
Magariños reivindica y comparte el concepto de "diplomacia ciudadana" que emplea el vicerrector de la Universidad Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian. Es una idea superadora de la diplomacia convencional de naturaleza interestatal que hoy es "insuficiente" para atender la relación binacional y se conforma con grupos no gubernamentales que tienen un rol complementario al del Estado.
El exembajador indica que hay que continuar trabajando con la academia, con las cámaras empresarias y con los ciudadanos. Durante su gestión se constituyeron tres polos de comercio en diferentes estados para "resolver problemas concretos de accesos a mercados". Menciona, por ejemplo, la importación de langostinos desde la Argentina que se logró por la labor con empresarios. "Hay que cultivar un lobby importador argentino, no solo con expresiones sino llevando la lista de lo que nos pueden comprar. Lo hemos hecho y funciona", añade.
Economías regionales
El impacto del comercio con Brasil sobre las economías regionales es bastante heterogéneo, puesto que sus compras están concentradas en Buenos Aires y en unas pocas provincias más. Un análisis del economista del Ieral Jorge Day señala que la recuperación del socio mayor del Mercosur se traduce primero en bienes de consumo durable.
Day comparte con sus colegas que Brasil crecerá y, por el lado argentino, sostiene que es probable que se vaya encareciendo, no solo porque el dólar oficial se rezague respecto de la inflación, sino porque además aumentaron las retenciones. Cree que se ampliará la brecha entre el dólar oficial y el paralelo y si se da esa situación, contribuirá "a cerrar la economía, generando costos más altos en la Argentina". La incógnita es si los locales podrán aprovechar la recuperación brasileña.
Las importaciones dependen principalmente de los ingresos y de cuán caro está Brasil con respecto al resto del mundo. Aunque la brasileña es una de las mayores economías del mundo su dinámica de compras no fue buena en los últimos seis años. Hasta 2013, era una economía pujante, luego sufrió dos años de recesión, y a partir de ahí se recupera lentamente.
El tipo de cambio brasileño se abarató respecto del dólar, lo que favorece sus exportaciones, no así sus importaciones. En comparación con la Argentina, se abarató fuertemente hasta fines de 2015, y a partir de ahí, cambió la tendencia por las devaluaciones locales.
La recesión brasileña entre 2014 y 2016 causó una fuerte caída en sus compras. Desde una perspectiva regional de las exportaciones argentinas, se destaca por lejos Buenos Aires. El 31% de sus ventas afuera van a Brasil, principalmente autos y, mucho más atrás, materias plásticas y trigo. Le sigue Río Negro (22%, casi todo peras y manzanas); Mendoza (22%, con ajo, vino y productos agroindustriales, como aceite de oliva); Córdoba (20%, autopartes, autos y trigo); Tucumán (17%, autopartes) y Misiones (17%, pasta para papel, basada en su actividad forestal).
El año pasado, además de la baja de exportaciones de autos argentinos, también hubo una caída en trigo (3%) y en el resto de los productos importados, salvo combustibles que aumentó un 4%. En la oferta de la región pampeana, hubo mayores ventas de malta, papas preparadas, harina de trigo y quesos.
Algo similar con algunos productos del NEA (pasta de madera y arroz). En el Alto Valle, exportaron menos en frutas. En Cuyo también hubo noticias variadas, con mal año en ajo, aceite de oliva y ciruelas secas. Y en el NOA hubo un mejor desempeño en porotos.
Un sector que mejoraría este año es el del turismo. El número de brasileños que llegan a la Argentina prácticamente se duplicó en una década. Aún así, la relación es deficitaria para la Argentina, porque mientras llegan a Brasil 2.600.000 argentinos al año, hacia la Argentina viajan 1.100.000 brasileños.
En cuanto a las inversiones, hay aproximadamente US$16.000 millones del Brasil invertidos en la Argentina, que generan unos 50.000 empleos directos. Por su parte, las empresas argentinas tienen un stock de inversiones en Brasil de alrededor de US$13.000 millones, equivalente a unos 40.000 puestos.
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