Danza de ratones
Más allá de la excitación del periodismo político y del clima de estudiantina adolescente entre los dirigentes, el cierre de listas, el último fin de semana, fue un festival impúdico que solo favorece a un candidato que siempre está al acecho: el voto en blanco.
Los tironeos en el reparto de probables puestos legislativos, que cuentan con ingresos y gastos de representación varias veces superiores a un sueldo medio, se produjeron, sin el menor recato, ante dos millones de desocupados.
En un país en el que la mitad de los chicos son pobres y el índice de pobreza general, del 32%, amenaza trepar aún más, la clase política -aquí sin grietas ni fisuras- mostró su peor cara: codazos, acomodos, paracaidistas inesperados y venganzas de último momento. Una danza frívola que además tuvo otro factor agravante: el "pone y saca", en las horas previas al cierre de listas, con nombres que entraban y salían, también evidenció que quienes quedaron no fueron producto de una meditada selección por sus virtudes y los aportes que puedan hacer para llevar adelante políticas de Estado eficaces, coherentes y duraderas. Un trozo de queso asediado por unos pocos ratones a la vista de todos. Deprimente.