Quedar en la calle
MADRID, ESPAÑA.- Nada que agregar. La consigna, impresa en la grafía austera del stencil. La tela liviana de la carpa . Las piernas desnudas, sobre un banco de plaza. Desde la crisis de 2008, en España la palabra "hogar" se impregnó de nuevos sentidos. Fue el estallido de la burbuja, los bancos que se desplomaban, las hipotecas que quedaban y el desahucio -esa pesadilla que entre nosotros se llama desalojo- volviéndose la realidad impensada de miles de personas. Quedar en la calle: tres palabras que ya no son lejanas para una Europa que alguna vez se creyó definitivamente liberada de ciertas miserias (ahí está, por caso, el Vernon Subutex de Virginie Despentes y su testimonio). En Madrid, los sin techo organizan acampadas que, al hacerlos visibles, también ponen en escena lo más crudo de un miedo común. Quedar en la calle. Tan inaudito como posible, de ambos lados del océano.
Edición fotográfica Dante Cosenza