El trabajo solitario y minucioso que tiene en vilo al presidente
El agente de inteligencia que presentó la evidencia sobre la trama ucraniana recabó información de distintas fuentes en una labor arriesgada y sigilosa
LA NACIONWASHINGTON.- La identidad del informante sigue sin revelarse y los detalles de su trabajo para la CIA permanecen en secreto. Pero el documento que presentó da cuenta no solo de la investigación que llevó a cabo sigilosamente, sino también de los supuestos abusos de poder del presidente Donald Trump.
En cuanto supo que Trump le solicitó al nuevo líder electo de Ucrania información política sucia sobre el exvicepresidente Joe Biden, el funcionario de la CIA que está detrás del informe se movió rápidamente entre bambalinas para recopilar material de por lo menos media docena de funcionarios de alto rango tan consternados como él.
El informante añadió a esos reportes otros materiales recopilados minuciosamente, desde la intervención en la relación bilateral de Rudolph Giuliani, abogado personal de Trump, hasta los supuestos esfuerzos de los abogados de la Oficina del Consejero de la Casa Blanca y de los diplomáticos estadounidenses enviados a Kiev para contener o eliminar el daño en ciernes.
El informante entregó el documento al inspector general de la Comunidad de Inteligencia y desató casi inmediatamente un conflicto entre el Congreso y el Ejecutivo. Seis semanas después, el informante ya superó en cierta medida todo lo logrado por el fiscal especial Robert Mueller en dos años de investigación del Rusiagate contra Trump: producir un archivo capaz de poner en marcha casi por sí solo los engranajes del juicio político.
"En el curso de las tareas oficiales", escribe el informante en la primera oración de su denuncia, se enteró de que "el presidente de Estados Unidos está utilizando el poder de su cargo para solicitar la interferencia de un país extranjero en las elecciones presidenciales de 2020".
El archivo respalda esa afirmación con un vocabulario específico que coincide con el resumen publicado por la Casa Blanca de la llamada de Trump con el presidente ucraniano, y hace referencia a otros posibles testigos y graves acusaciones.
"Numerosos funcionarios de la Casa Blanca con conocimiento directo de la llamada me informaron que, tras un intercambio inicial de cumplidos, el presidente utilizó el resto de la llamada para promover sus intereses personales", señaló.
Tal vez lo más explosivo es la afirmación del documento según la cual los funcionarios de la Casa Blanca utilizaron un sistema de computación clasificado para ocultar documentos que serían perjudiciales políticamente para el presidente.
La denuncia dice que entre esos documentos se encontraba la transcripción sin editar de la llamada con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en la que Trump instó a su par a reanudar investigaciones para recabar información perjudicial sobre Biden y su familia.
Las notas detalladas de esa llamada muestran que las descripciones del informante son pasmosamente exactas y que el contenido de la llamada es perjudicial políticamente para el presidente.
Atacar a sus acusadores es una de las tácticas habituales de Trump cuando se pone a la defensiva. A Mueller y otros investigadores de la injerencia rusa los acusó repetidamente de ser deshonestos, de responder a los demócratas y de participar en una "caza de brujas".
Sin embargo, las importantes diferencias entre la investigación rusa y la denuncia del informante podrían dificultarle a Trump recurrir a esos métodos.
Entre las diferencias se encuentra el anonimato del acusado, la existencia de una transcripción que para muchos es una prueba formidable de la acusación subyacente y la velocidad con que la denuncia ya transformó el panorama político en Washington.
"Será recordado como un buscador de la verdad", dice Douglas Brinkley, historiador de las presidencias en la Universidad Rice. Trump casi pide que se revele el nombre del informante y de aquellos que lo asistieron a pesar de las leyes federales diseñadas para proteger las identidades y evitar represalias en esos casos. "Quisiera saber quién es la persona que le dio la información", advirtió.
Otros funcionarios dijeron que no buscan obtener información sobre su identidad deliberadamente. Joseph Maguire, el director interino de Inteligencia Nacional, testificó que no quiere saber quién escribió el documento.
Un archivo del Departamento de Justicia señala que el inspector general encontró "algunos indicios de posibles inclinaciones políticas de parte del denunciante", pero Maguire dijo que no ponía en cuestión las motivaciones del informante.
"Creo que el informante hizo lo correcto -afirmó-. Creo que se atuvo a la ley en todo momento".
Aunque su nombre no fue revelado, sí se filtraron aspectos de su carrera, como que trabaja para la CIA, según The New York Times.
Pero altos funcionarios y un abogado del informante solicitaron a los medios que se abstengan de publicar sus detalles personales por motivos de seguridad y privacidad.
Traducción de Jaime Arrambide
Greg Miller
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