El orden secreto
Belgrano, Buenos Aires.- Nos convencieron de que cuando miramos el mundo, vemos personajes (no importa si en movimiento o en quietud), es decir, anécdotas reales o imaginadas por nosotros mismos. Pero podría pasar lo contrario: que veamos primero puras formas. El drama de la carne y la sangre queda por un momento postergado, oculto por la geometría, por esa especie de calidoscopio viviente. Aparecen así los cuadrados, las líneas de una ventana que, al cruzarse, deparan otras figuras iguales y distintas según la luz. Se puede inferir que detrás de esas innumerables contingencias que hacen las ciudades -especialmente esas partes abigarradas de las ciudades que son las estaciones de tren- hay un orden. Se puede inferir que el hombre de gorra roja que sube la escalare sigue una dirección, acaso secreta para él mismo. Contemplar el mundo como contemplamos una foto o una pintura es siempre un consuelo.