¿Tregua? México celebra haber evitado los aranceles con los que amenazaba Trump
El costo y la duración de esta situación aún no está clara, debido a la cuestión migratoria que Estados Unidos quiere endurecer
The EconomistLlamémoslo una victoria. Comparado con los aranceles sobre todas las exportaciones a Estados Unidos que el presidente Donald Trump amenazó imponer, comenzando con un 5 por ciento el 10 de junio y escalando hasta un 25 por ciento, cualquier acuerdo se iba a ver bien para México. La noticia de un acuerdo alcanzado por Marcelo Ebrard, el ministro de Relaciones Exteriores de México, que suspende los aranceles indefinidamente, causó alivio y celebración en todo el país, incluso antes de que estuviera claro el contenido. "Ebrard desactiva a Trump", dictó la tapa del diario El Heraldo la mañana después del acuerdo, el 7 de junio. "México gana", decía otro.
Una saga que amenazaba con trabar la aún joven presidencia de Andrés Manuel López Obrador se convirtió en cambio en una crisis evitada. El presidente de México anunció que una concentración que había llamado en el centro de Tijuana "en defensa de la dignidad nacional", ahora se convertiría en una celebración del éxito de México en la mesa de negociación. El 8 de junio, gobernadores, obispos y sindicalistas se unieron al presidente mexicano en el escenario en una intersección del tráfico, mientras la gente local se trepaba a las paradas de los ómnibus y los puestos de taco para poder ver las festividades. "Al presidente Donald Trump no le levanto un puño cerrado sino una mano abierta y honesta", dijo López Obrador.
Pero no es el único presidente que da una vuelta olímpica. Trump quiere convertir a México en el muro que prometió pero que hasta ahora no logró construir. Tuiteó su satisfacción de que México adoptará "fuertes medidas" para detener el influjo de migrantes centroamericanos. En mayo, unas 144.000 personas trataron de cruzar la frontera sur de Estados Unidos, el doble de la cifra de febrero. Casi todos los que habían atravesado México no eran oriundos de ese país. Los defensores de Trump comentaron que usar los aranceles como amenaza para forzar a México a ponerse duro con la migración fue un golpe maestro.
El acuerdo incluye la expansión de "Permanecer en México" –un esquema reciente que fuerza a los migrantes a esperar en México mientras se procesan sus pedidos de asilo en los Estados Unidos– de unos pocos puntos de control a toda la frontera con Estados Unidos. A partir del 10 de junio, México también desplegará 6000 tropas de su recién creada guardia nacional a dos estados –Chiapas, fronterizo con Guatemala, y Oaxaca, que tiene un istmo estrecho– para detener a los migrantes y los contrabandistas de personas. Eso reducirá el número de migrantes que lleguen a Estados Unidos, aunque los flujos a través de la frontera tienden a caer de todos modos los meses calcinantes de junio y julio. Las partes no fijaron objetivos específicos de reducción.
El acuerdo permite a Estados Unidos demandar más de México en 90 días si las cifras no bajan tanto como quisiera la administración Trump. Pero es menos importante de lo que sostiene Trump. Ya había decisión de expandir "Permanecer en México". Los funcionarios mexicanos describen el despliegue de la guardia nacional como una "aceleración" de lo que pensaban hacer de todos modos.
Trump tuiteó que México había acordado "comprar inmediatamente grandes cantidades de productos agrícolas de nuestros granjeros que son grandes patriotas". Ebrard explicó que, si México evitaba los aranceles de Trump –que inducirían recesión–, estarían en mejor situación para comprar muchas cosas diferentes.
México ha caminado por una senda angosta en las negociaciones. López Obrador inicialmente respondió a la amenaza de Trump con una carta afectuosa, estrategia de seducción presidencial que tomó prestada de Kim Jong-un. México congeló dos docenas de cuentas bancarias vinculadas con operaciones de contrabando de personas y metió presos a dos activistas involucrados en la ayuda a las llamadas caravanas migrantes para atravesar México. Pero también rechazó otros pedidos, en particular las presiones para aceptar el estatus de "tercer país seguro", que permitiría en los hechos a Estados Unidos rechazar el pedido de asilo de cualquiera que hubiese estado en México previamente y enviar de regreso a aquellos que logran llegar a Estados Unidos. Funcionarios mexicanos dicen que también tuvieron que explicar a sus contrapartes que su frontera con Guatemala, porosa y a menudo ignorada por la gente local, podía reforzarse pero no sellarse por completo.
La cotización del peso subió al conocerse la noticia, pero no hasta el nivel que estaba antes de que Trump desenvainara su amenaza de aranceles. Eso sugiere que los mercados han incorporado al precio la posibilidad de que se vuelva al conflicto. También sugiere que los inversores no creen que el Usmca (Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, por sus siglas en inglés), la reciente actualización del Nafta acordada por Trump, provea del tipo de certidumbre económica que se supone que aseguran los acuerdos de libre comercio. Desde América del Norte hasta Corea del Norte, Trump ha hecho un hábito de amenazar con abandonar sus propios acuerdos incluso antes de concluirlos. Los negociadores mexicanos saben que Trump puede hacer delirar a sus fans y distraer a sus enemigos lanzando bombas contra México y tiene todos los motivos para volver a hacerlo en su búsqueda de la reelección en 2020. "Es como alcohólicos anónimos, vivimos día a día" dice uno.
A los ojos de los críticos de López Obrador, es él y no Trump el que ha retrocedido de manera humillante. López Obrador llegó al gobierno prometiendo terminar con las deportaciones en masa de centroamericanos llevadas a cabo por anteriores presidentes mexicanos. Por cierto, la baja del número de inmigrantes detenidos durante sus primeros meses en el gobierno, a lo que los funcionarios estadounidenses achacan el aumento de los cruces ilegales, provocó la ira de Trump. Pese a la retórica acerca de respetar los derechos de los migrantes, funcionarios mexicanos reconocen que casi con certeza aumentarán y mucho las deportaciones.
Tijuana ha sido un lugar contradictorio para la concentración de la victoria de López Obrador. La ciudad no es solo la cuna de la integración mexicano-estadounidense, o un estado en el que el partido del presidente barrió en las elecciones estatales del 2 de junio. Es también el destino final para muchos de los migrantes en camino a Estados Unidos.
Entre las multitudes en Tijuana había dos visitantes que, por casualidad, atendieron al discurso del presidente. Valerio Doctor, un migrante haitiano, llevaba quince días en Tijuana, luego de un viaje de tres meses, mayormente por ómnibus desde Ecuador (muchos migrantes llegan a México desde lejos, vía Ecuador o Chile, los países más cercanos que no requieren visa). En Puerto Príncipe, capital de Haití, tenía cinco hijos y nada de trabajo. Por lo que con su amigo se fue en busca de un camino a la prosperidad en otras latitudes. En medio de la multitud, Doctor escucha a López Obrador comprometerse a fortificar la mismísima frontera que con su amigo acaban de cruzar. Hasta ese momento nada sabían del acuerdo. Doctor aún tiene esperanzas de cruzar a los Estados Unidos o, si no lo aceptan, quedarse en México. Aunque no está claro como lo afectará el acuerdo alcanzado con tanta celebración. El destino de los migrantes pobres a menudo es duro e incierto. Para los que traten de seguir el mismo camino que Doctor, probablemente resulte aún más duro e incierto.
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