Los cruces y las divisiones marcaron el debate de los candidatos en España
MADRID.- Tenso y feroz, el segundo debate presidencial en España apuntó a conquistar al 30% del electorado indeciso que, en definitiva, tiene en sus manos el resultado de las elecciones del domingo próximo. Si algo demostró este segundo cruce a cuatro voces es que el eje de una posible alianza de derecha está mucho más dividido que el de la izquierda, y eso es algo que seguramente influirá en la visión de los electores.
El otro dato del debate es la muerte, por decisión del presidente Pedro Sánchez , de una eventual alianza de sus socialistas con los liberales de Ciudadanos.
"No está en mis planes un acuerdo de ese tipo", dijo Sánchez, en el cambio de guion más importante que produjo en este segundo cruce.
Una corrección de criterio -del silencio de horas antes a la definición de que no habrá pacto con Ciudadanos- que responde, entre otras cosas, a la dura crítica que le había generado hasta ahora la falta de definición sobre una posible coalición.
En cuanto a la puja interna dentro del espacio de la derecha, esta vez tanto Pablo Casado, del Partido Popular (PP), como Albert Rivera, de Ciudadanos, no vacilaron en cruzarse entre sí para disputar el liderazgo.
Rivera, que fue el gran ganador de la primera ronda, lo tuvo ayer más difícil, ya que no solo disputaba contra sus contendientes, sino también contra esa misma buena actuación.
Con insistentes interrupciones y la repetida muletilla "no se ponga nervioso, presidente" llegó a fatigar la noche y a bien ganarse el mote de "maleducado".
Hubo momentos curiosos y hasta literarios. "Señor Sánchez, le voy a dar un libro que usted no ha leído", dijo Rivera al acercarle al presidente el texto de su controvertida tesis doctoral, de cuya autoría se sembraron dudas meses atrás.
Esta vez, Sánchez pareció más despierto en reflejos que en el debate anterior y replicó en el acto entregando a Rivera otro libro: el del programa de gobierno de la derecha radical de Vox.
Una vez más, este segundo debate a cuatro voces dejó afuera a uno de los actores más misteriosos del escenario político español: la derecha radical de Vox. La Justicia Electoral no lo dejó participar por no tener todavía representación en el Congreso de los Diputados.
Lejos de victimizarse, la fuerza de Santiago Abascal usó esa exclusión en su provecho al despreciar los dos debates "de los cuatro jinetes del Apocalipsis" por la ausencia de "La España del sentido común", tal como define a su propia fuerza.
Pero más allá de la chicana, lo cierto es que la doble exclusión en los dos debates consecutivos dejó huérfana la posibilidad de ver interactuar a la fuerza que con más fuerza creció en los últimos meses y que ayer mismo llenaba estadios y plazas de toros por todo el país en actos proselitistas.
El debate apuntó al enorme bloque de los indecisos, que algunas encuestas sitúan por arriba del 30%, y que tienen en sus manos el resultado de la elección del próximo domingo.
Solo en España se dio este formato de dos debates seguidos con una diferencia de apenas 24 horas. Un desenlace que responde a las reticencias iniciales del socialista Sánchez a participar en el debate.
La coincidencia es que esta vez tanto Sánchez como Casado mejoraron su actuación respecto de la jornada anterior.
Rivera no superó el nivel de su primera victoria y, por el contrario, esta pareció pesarle a la hora de salir al ruedo mientras que la paradoja es el papel de "moderado" que eligió el líder de la izquierda radical de Podemos, Pablo Iglesias.
En efecto, el líder antisistema se posicionó muy lejos de la revolución de la que suele hablar para convertirse en esta ocasión en la voz moderada de la noche.
Cuando faltan cinco días para las elecciones en España, todas las opciones están aún sobre la mesa.
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