Arturito
MALIN HEAD, Irlanda.- Solo una vez me crucé con R2D2 en la vida real. Fue la única oportunidad en que estuve junto a un robot, y además conversamos. Por efecto de una broma de estudiantina, terminé entrevistando a un émulo de plástico de la creación de George Lucas en un set de TV. Yo preguntaba en inglés, Arturito respondía en su lengua inverosímil, a la que le adjudicábamos impensados significados. La tontería a la que me uní con gusto concluyó con una larga risa de mis compañeros. A fin de cuentas, el humor también había contribuido con el nacimiento del amistoso droide en una sala de edición, cuando un asistente del director, durante el montaje de American Graffiti, pidió un rollo indicando su nomenclatura (R2D2) y el equipo rio a carcajadas. Ese día, la criatura de Star Wars cobró vida. Más de cuarenta años después, se pasea por la costa. Cuesta no quererlo como a alguien que marcó para siempre nuestras vidas.