Reencuentros, elogios al consenso y los pendientes
Los exconvencionales valoraron los acuerdos de la histórica reforma; singulares reapariciones
SANTA FE.- En tiempos de grieta, los convencionales constituyentes que participaron del acto por los 25 años de la reforma de la Constitución rescataron que 19 bloques políticos lograron "consensos" claves en las modificaciones. Ese fue el punto más reivindicado. La deuda más grande, sin embargo, es que 22 leyes todavía no fueron sancionadas por el Congreso y, entre ellas, la que debía establecer el nuevo sistema de coparticipación federal.
Mauricio Macri llegó al homenaje cerca de las 12, cuando ya había comenzado la entrega de medallas y habían hablado Eduardo Menem, titular de la Convención, y Carlos Rosenkrantz, titular de la Corte Suprema de Justicia. El Presidente estuvo cerca de una hora y, antes de su discurso, se reunió con jóvenes.
Varios convencionales prefirieron no hablar, como Carlos Corach, Oraldo Britos, Juan Carlos Maqueda y Augusto Alasino (ingresó con Miguel Pichetto por otra puerta). Otros, directamente no pasaron por el pasillo asignado para el ingreso, como Julio César Aráoz y Oscar Aguad, quien llegó con el Presidente cuando ya lo habían convocado para recibir la medalla (lo llamaron de nuevo, después).
En diálogo con LA NACION, Eduardo Menem destacó la "legitimidad y el consenso" alcanzado durante los 90 días de sesiones de la Convención, y aseguró que se "demonizó" el Pacto de Olivos entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem: "El tiempo demostró que se pudieron exorcizar las diferencias y avanzar en el consenso. Fueron ellos, en esa charla, los que acordaron que se podía reformar", precisó.
Menem enfatizó que la reforma "modernizó la Argentina" y lamentó que falten leyes decisivas, como la de la coparticipación y la reglamentación del amparo. Se concentró en la "vergüenza" de que se lleve una década sin designar al defensor del Pueblo, una institución creada en la reforma.
El santafesino Iván Cullen, único convencional "independiente", calificó de "completamente actualizada" la Constitución. "Es una de las más modernas del mundo; no hay que hacer más reformas. Hay que cumplirla y terminar de sacar las leyes que faltan", dijo.
Rosatti, actual integrante de la Corte Suprema, afirmó a LA NACION que "como toda obra humana, lo realizado es perfectible. Hay muchas cosas que no se llevaron a la práctica, que están previstas. Eso nos falta para completar el ciclo de la reforma, pero no es un déficit de la convención, sino de nuestra cultura política".
"Lo más destacable fue el consenso existente para la reforma; también en ese momento el país había vivido momentos difíciles, económicos e institucionales, y la grieta se superó", añadió.
El acto -en el que estuvieron unos 70 de los 303 convencionales originales- se desarrolló en una carpa armada en el Parque de la Constitución, que forma parte del museo dedicado a la Constitución, inaugurado por el intendente local, José Corral, en diciembre último. Entre las ausencias más importantes se contaron las de Eduardo Duhalde, Carlos "Chacho" Álvarez, los hermanos Rodríguez Saá, Fernando "Pino" Solanas y Aldo Rico.
Elisa Carrió llegó en auto -la mayoría de los exconvencionales lo hacían en combis- acompañada de sus colaboradores. Se mostró "emocionada" por el acto, ya que la Convención implicó su iniciación en la política. Ante la consulta de LA NACION sobre los aspectos más positivos y negativos que dejó el proceso, apuntó: "Lo peor es que, si se usan todos los poderes, puede haber un ejercicio autoritario. El amparo no está reglamentado, pero está operativo. Lo mejor, los tratados internacionales".
Fue la única consultada que no incluyó la falta de una nueva ley de coparticipación en el debe; en cambio, criticó a los gobernadores peronistas que advirtieron que judicializarán el decreto de baja de impuestos para artículos de la canasta básica. "Hay que ser caraduras, quieren rifarse la plata", definió Carrió.
Lecciones y recuerdos
El salón usado para el homenaje a la reforma de la Constitución estuvo ordenado con sillones blancos y mesas bajas. A los participantes se les sirvió café, minipasteles, alfajores santafesinos y masas.
Casi en partes iguales, los presentes repartieron su llegada entre el mismo día del acto y la noche anterior. Por ejemplo, Menem y Pichetto durmieron en Santa Fe, a pocas cuadras del Parque de la Constitución.
Los exconvencionales más técnicos eran los que más tiempo llevaban sin reencontrarse. En cambio, quienes militan en política se ven más. Al final del acto, muchos compartieron un almuerzo. El viernes, cerca de la mitad de los asistentes cenaron en el Club del Congreso.
"Lo mejor de esta reforma es que no hubo imposición -repasó Jorge Yoma-. En la de 1854 se impusieron los vencedores de Caseros; en la de 1949, el peronismo. En eso, 1994 fue un cambio estructural", argumentó. Incluyó entre los aspectos más rescatables la designación de los jueces por concurso y la autonomía de la ciudad de Buenos Aires. Entre lo pendiente, remarcó que "falta el federalismo; en este mismo momento hay una discusión por los recursos. Los cambios impositivos deben ser por acuerdo con las provincias", exclamó.
El cordobés Antonio María Hernández dijo que la reforma dejó 61 nuevas normas; 17 transitorias y 24 reformadas. "Lo más destacado es la descentralización del poder sobre el que avanzó; se reconoció la autonomía municipal y la integración de las provincias. La mora está en el Congreso", resumió.
Elva Roulet lamentó que las leyes necesarias para plasmar los derechos de los pueblos originarios no se hayan sancionado: "La propiedad comunitaria de la tierra nunca se concretó; son faltas graves para darle forma a lo que se hizo". Por su lado, José Antonio "Pocho" Romero Feris, uno de los opositores a la reforma, subrayó el avance en el reconocimiento del derecho a los periodistas de preservar sus fuentes. "Finalmente, fue positiva en muchos aspectos", dijo.
Cuando Macri y su comitiva -Marcos Peña, Carolina Stanley, Pablo Avelluto, Dante Sica, Miguel Etchevehere y Fernando Iglesias- se retiraban, los exconvencionales conversaron mientras esperaban que los trasladaran al lugar donde se haría la foto conmemorativa. Hubo reparto de abrazos y chistes; en ese intervalo, Rosenkrantz, Maqueda y Rosatti conversaron animadamente. En el almuerzo, Menem y Corach compartieron mesa.
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