En el taller
El cairo, Egipto.- Está en El Cairo, podría estar en tantos otros lugares. La universal, tosca materia de lo humilde lo envuelve: una botella de plástico por aquí, una pared descascarada por allá, el polvo y sudor del trabajo por todos lados. El niño apila llantas en un rincón del taller mecánico, y una luz inesperada lo vuelve claroscuro. Y una línea, de sus ojos a los nuestros, pone en escena lo que ninguna palabra. Podría ser cualquier hora allá afuera, en la calle agobiada de vértigo y ruido. Falta saber dónde están los juegos, en qué rincón del día quedó el aula, el libro, un patio de escuela. El niño, no obstante, aprende. Toda la inteligencia del mundo -y las preguntas y una inocencia que quizá ya comienza a deshilacharse- arde en esa mirada que se nos clava. Él sabe que la infancia se acaba, y que ya no andará, como el niño de Peter Handke, con los brazos colgando, deseando que el arroyo sea río y el charco, mar.
Edición fotográfica Dante Cosenza