Thriller psicológico: cuando la terapia salta del diván a la novela
La noruega Helene Flood logró ser best seller con La psicóloga, parte de un fenómeno exitoso en varias lenguas
MADRID-. La novela psicológica tiene varios siglos de vida. La trama y el vértigo que se deslizan por la mente de los personajes no son ninguna novedad. Pero en estos tiempos posmodernos emergen nuevas criaturas en la narrativa: los psicólogos. Los analistas cobran cada vez más relieve en universos de ficción. La psicóloga, de la noruega Helene Flood (publicado por Planeta), es un éxito editorial que se ha vendido a más de 28 países. Este thriller es el primer libro de esta doctora en psicología, experta en violencia, revictimización y culpa postraumática, una novela en primera persona sobre una mujer que tiene, aparentemente, una vida perfecta, hasta que su marido desaparece.
Miedos, oscuridades y mentiras, todos estos elementos emergen en esta trama de analistas y pacientes: "Cuando vas a terapia, supuestamente debés ser lo más honesto posible y mostrar tus debilidades, revelarse tal y como somos, pero hay estudios al respecto: la gente miente en terapia", dice Flood, una nueva y potente voz de la narrativa nórdica.
Irvin D. Yalom fue uno de los pioneros en explorar este subgénero con El día que Nietzsche lloró, con un joven Sigmund Freud como personaje, ambientada en los inicios de la terapia que luego Yalom continuaría con La cura de Schopenhauer. En tanto, El príncipe de las mareas, la novela de Pat Conroy adaptada al cine por Barbra Streisand, también se sumergía en el tratamiento de un paciente con un pasado turbulento.
Sin embargo, los psicólogos pueden lidiar con patologías o con casos más complejos aún que los arriba mencionados. La novela negra les ha reservado un lugar a estos profesionales. John Katzenbach, con El analista (2002), y luego con Jaque al psicoanalista (2018), cosechó fanáticos por todo el mundo. Si bien no es el protagonista de la saga, el psicólogo Stålle Aun es uno de los personajes más queridos del oscuro universo de Harry Hole que construye otro maestro de la novela negra, Jo Nesbo. En la Argentina, Los padecientes, de Gabriel Rolón, es otro ejemplo de este subgénero que gana cada vez más terreno en el mundo editorial.
Terapia en primera persona
La psicóloga, de Flood, narra la vida de Sara, una analista de 32 años que vive en Oslo con su marido arquitecto, Sigurd, quien heredó una enorme casa de su abuelo, un excéntrico comunista que vivía recluido en la mansión. Es allí, sobre el garaje de esta residencia, donde Sara recibe a sus pacientes adolescentes con problemas de depresión y ansiedad.
El lector ingresa en estas sesiones, así como en las sensaciones e impresiones que estos relatos y testimonios despiertan en la analista. En primera persona, con varias vueltas de tuerca, este thriller acompaña a Sara -dueña de una memoria perfecta, como ella misma se jacta de poseer- en el desafío por encontrar y comprender qué ha ocurrido con su marido, quien desaparece sin dejar rastro. "En nuestro trabajo la gente nos cuenta sus problemas y nuestro trabajo es tener muy en claro cuáles son y cómo ayudarlos. Pero nosotros también tenemos nuestros problemas. Qué pasa si el psicólogo que tiene que resolver el problema de un paciente está también pasando por una situación complicada, que tiene vacíos también en sus relaciones personales", plantea la autora.
Hay en este género fascinante un espacio recurrente, que a su vez genera en el lector un tipo de curiosidad o incluso voyeurismo: la sala de terapias. "Este espacio me parece muy interesante porque allí acuden los pacientes para contar sus historias íntimas, sus miedos y sus secretos más oscuros. Es supuestamente el espacio seguro donde las personas pueden ser totalmente honestas, sin embargo no siempre lo son. Este punto me parece muy importante porque también habla de una especie de analogía de nuestras relaciones humanas. ¿Somos totalmente honestos con nuestras parejas, amigos, familiares? Probablemente no y el motivo quizá sea para protegerlos", agrega Flood.
El miedo, en sus diferentes máscaras, y la soledad emerge en primer plano en esta novela, en un misterio que se extiende durante doce exasperantes días. ¿Actúa el psicoanalista en cierto modo como un detective? Flood opina que no. "Hay distintas escuelas, enfoques diferentes de la terapia. Parte del trabajo es también descubrir qué funciona mejor con determinado paciente".
Recovecos de la memoria
La idea de escribir esta novela ocurrió luego de la reflexión de un hecho que para muchos puede pasar inadvertido: "Este libro tiene que ver con la memoria -cuenta la escritora-. Hay momentos en nuestras vidas donde nos preguntamos: ¿las cosas sucedieron realmente de la manera en la que la recuerdo o me lo estoy imaginando? A veces regreso a casa y encuentro objetos que no estaban donde los dejé. Imagino que esto les pasa a todos. Sí, son cosas extrañas, lo sé. Empecé a pensar qué pasaría si hacemos un zoom en estos pequeños detalles. Si estos objetos que aparecen tal vez en lugar diferente son los que marcan la diferencia entre sentirnos seguros en nuestras propias casas o en sentirnos invadidos, que alguien tenga acceso a nuestro núcleo privado".
Desde Freud, en la sociedad occidental está extendida la práctica del psicoanálisis. ¿Qué dice de una sociedad el hecho de que haya tanta gente dispuesta a asistir al analista? "Se abordan distintos aspectos en terapia. Es una especie de autocuidado, podés acudir en momentos de problemas específicos, o podés acudir por un problema de salud mental. No sé exactamente qué refleja, pero habla, en cierto modo, y evidentemente, de la soledad", concluye Flood.
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