De modelo, escudo humano, a diseñador. El argentino que gana mercado en Brasil con sus zapatos sustentables
El argentino tiene un currículum de vida que incluye haber sido modelo de marcas top en Europa y situaciones que parecen salidas de una película de Indiana Jones. Hoy vive en San Pablo y se dedica a fabricar zapatos sustentables, con los que gana mercado en Brasil.
Muchas veces la vida es la unión de puntos que van formando un dibujo que nace de los tramos del recorrido. Una suerte de postas que se van cumpliendo y marcan la existencia de quienes son parte. La vida del porteño Rodrigo Doxandabarat es la unión de esos puntos con un interesante recorrido que, por tramos, también podría ser un guión cinematográfico. Inquieto y curioso fueron justamente esas cualidades las que lo llevaron a no quedarse quieto. "Desde muy chico tuve espíritu explorador y curioso. En la secundaria pasé por 6 colegios, a los 15 empecé a irme de vacaciones a la playa como mochilero y a los 18 viajé a España a estudiar".
–¿Ese fue tu primer desafío?
–Fue una gran aventura. En ese momento leí Flash, de Charles Duchaussois, un libro que me marcó bastante, tanto que decidí emprender un viaje solitario por tierra desde España hasta China. No fue un viaje fácil, eran otras épocas, los lugares que recorría estaban muy desconectados tecnológicamente, no había teléfonos celulares, el email recién comenzaba y muy poca gente lo usaba. Yo no hablaba inglés y el poco dinero con el que contaba me lo mandaba mi papá para pagar la supuesta universidad. Nadie sabía dónde estaba, llamaba a mis padres una vez por semana y les decía que continuaba estudiando cocina en España. Cuando llegué a Nepal le mandé una carta a mi madre, le conté lo que había vivido y dónde estaba. Ella tomó el primer avión que encontró y tuvimos la oportunidad de trabajar en Kalighat Home for the Dying, el Hogar de la Madre Teresa de Calcuta. Esa fue una nueva y enriquecedora experiencia.
–Las anécdotas deben sobrar…
–Miles y de todo tipo. Además de la típica de perder toda la documentación personal, fui detenido en la frontera entre China y Mongolia, salté por la ventana de la embajada rusa en China, me emborraché con los guardias del Kremlin, dormí en la calle, en el desierto, en las terrazas de edificios, en los túneles de Derinkuyu, en el desierto de Pakistán, en la ciudad antigua de Aleppo en Siria, comí lo que había... Ese viaje, aunque en su momento no lo dimensionaba, me marcó para el resto de la vida. Ahí empezó todo.
–¿Qué sueño tenías en ese momento?
–Quería descubrir el mundo, entender la razón de existir, encontrar la llave de lectura del ser humano, ayudar a cambiar lo que creía que estaba mal en el mundo y en nosotros mismos. Todo era posible y la vida no tenía sentido si no era en pos de la búsqueda de una respuesta. Mi vida misma estaba al servicio de eso.
–¿Cómo llegaste a ser modelo?
–En 1999, y después de un año sabático, mientras trabajaba en una agencia de viajes en Buenos Aires y por recomendación de una clienta, hice un casting para una cerveza. Quedé y empecé a trabajar con las agencias de modelos de Pancho Dotto, Ricardo Piñeiro y Hype (hoy Look1). Volví a Europa, esta vez como como modelo.
–¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?
–Uno de los primeros que recuerdo fue para Costume National, luego Versace, Etro, Lanvin, Paco Rabanne, Krizia y Prada, entre otros.
–¿Cómo fue trabajar con diseñadores tan reconocidos?
–Muy inspirador. Para mi era la oportunidad de absorber cada detalle de lo que me rodeaba, desde el modo de tocar el producto, los procesos y las relaciones interpersonales, todo era nuevo y las posibilidades infinitas. Fueron tres años.
–El contraste con lo que habías vivido era grande. ¿Cuándo y porqué decidiste hacer el cambio?
–Siempre tuve la sensación que eso no era lo que yo había venido a hacer al mundo y, consecuentemente, me sentía sapo de otro pozo. Por mi interés por la cooperación internacional en 2003 decidí ir a Irak como escudo humano. Esta decisión fue el final de mi carrera de modelo. Durante la guerra comencé a trabajar para la ONG francesa Enfants du Monde Droits de l’Homme con quienes colaboré más de un año en Bagdad trabajando con chicos huérfanos.
Allí, hice el primer proyecto de Moda y Cooperación, fue financiado por la marca de moda alemana Strenesse y por amigos cercanos. Hice un proyecto llamado Progetto Strenesse Sorriso que consistió en la construcción de un área recreativa para niños huérfanos en el orfanato Bait Al Toful de Bagdad. En 2004 volví a Argentina y comencé a trabajar con la ONG italiana Istituto Cooperazione Economica Internazionale que, entre otras cosas, llevaba a cabo proyectos de refuerzo comunitario en diversos asentamientos de la provincia de Buenos Aires. Siempre en Argentina y nuevamente financiado por Strenesse hicimos el proyecto Progetto Strenesse Rinforzo, que contribuyó con la construcción de un centro comunitario en el Gran Buenos aires.
–¿Cómo llegaste a San Pablo?
–Luego de la cooperación internacional, donde trabajé hasta el 2006, volví a trabajar con diseñadores, esta vez desde la gestión. En el 2007 fui contratado por Giorgio Armani como comercial para los mercados de Medio Oriente, Asia, África y parte de Europa. En 2012 Armani abrió oficinas en San Pablo y fui enviado como Director LatAm del grupo. En el 2014 recibí una propuesta de Dolce&Gabbana, y durante 2 años trabajé como director de Retail & wholesale de América Latina y Sudáfrica. En cierto punto, no me sentía realizado, por eso decidí parar un poco con esa vorágine corporativa y dedicar mis esfuerzos a crear un nuevo proyecto que fuese más alineado y equilibrado a mis intereses. Junto a amigos como Anderson Presoto, Juan Coates y mi hermano Álvaro fuimos creciendo y nació Linking Dotz (Uniendo Puntos).
–¿Qué es Linking Dotz?
–Es una empresa sustentable que confecciona zapatos. En Dotz partimos de una premisa: conectar personas e ideas para crear oportunidades. Fomentamos la búsqueda de puntos de convergencia entre paradigmas diversos con el objetivo de crear valor agregado. Cada parte, cada contribuyente se beneficia. Y así creamos valor compartido.
–¿Cuál hoy es tu trabajo específico?
–Soy un zapatero que propone un modelo de negocio alternativo.
–Pero no sos cualquier zapatero en una fábrica de zapatos.
–No. Tenemos 4 pilares fundamentales, representados en los 4 puntos del logo. Sustentabilidad: trabajamos con componentes sustentables, desde la producción de algodón agroecológico hecho con un pequeño agricultor familiar de Paraíba y otros más industrializados. También usamos descartes de producción, residuos industriales y domésticos. Por ejemplo nuestras cajas están hechas en colaboración con la empresa Ambiente Verde de residuos domésticos reciclados (máquinas de afeitar, cepillos de dientes, etc). Cooperación: se hace en colaboración con las asociaciones Rede de Costura Solidaria, Design Possivel e Unisol y enseñamos a mujeres en situación de riesgo a hacer parte de la producción de nuestros zapatos. También colaboramos con la Municipalidad de San Pablo en la Incubadora de proyectos económico-solidarios. Colaboración: con artistas emergentes y/o afirmados a cargo de las distintas estampas de los zapatos, y un artista que gana royalties por cada artículo que vendemos con su obra. Gestión: del ecosistema de negocios, que es una parte muy importante, y también buscamos mantener en equilibro la expectativa, la contribución y el beneficio de cada una de las partes, lo cual es igualmente fundamental para el funcionamiento del sistema. La coherencia es la columna vertebral de lo que hacemos.
–¿Porqué zapatos?
–Porque son pequeños, pueden ser hechos a mano, es un oficio milenario y siempre fui amante de los oficios. Todo eso los convierten en un vehículo coherente para la naturaleza de este proyecto.
–¿Cómo es el método de producción artesanal e innovador?
–Son hechos a mano, y para producirlos se necesitan las manos de varias personas, con lo cual se generan puestos de trabajo. Tenemos una pequeña fábrica en San Pablo que produce y funciona como showroom, este es el pilar social. Al mismo tiempo, colaboramos con una fábrica en la ciudad de Franca (Andarezzy) que, dependiendo la dimensión de los trabajos, nos da flexibilidad en la producción y transmite conocimiento. Ambas partes compiten sanamente y genera una sinergia virtuosa y constructiva que crea valor recíproco.
–¿Próximos proyectos?
–Estamos evaluando una colaboración con Barbara Hulanicki, la creadora de tienda BIBA de Londres. Por otro lado, hicimos una colaboración con la marca Italiana Boglioli y nos invitaron de la Universidad Bocconi de Milán a presentar el proyecto. También estamos evaluando presentar Dotz en Milán y París durante la temporada primavera-verano 2020, en octubre próximo. Además, en abril próximo volveré a Buenos Aires para presentar Linking Dotz y seré jurado en un concurso sobre sustentabilidad en el rubro zapatos que organiza la UBA.
–¿Está en tus planes hacer colaboraciones con artistas argentinos?
–Por supuesto que si, es un sueño desde el comienzo, y ya estamos trabajando con algunos nombres a futuro.