Está de moda. ¿Por qué seguir (o no) las tendencias?
¿De dónde vienen las tendencias? ¿Porqué están de moda las zapatillas? ¿Porqué se usan el plateado y el amarillo? Y la lista sigue. Las respuestas, muchas veces, son más fáciles de lo que creemos.
De manera gráfica y con saña, superioridad y un poquito de maldad también, en El diablo viste a la moda, Miranda Priestley (Meryl Streep) le cuenta a la novata Andrea Sachs (Anne Hathaway) de dónde viene el color cerúleo del suéter que lleva puesto relatando una particular cadena de hechos. Hechos que incluyen desde un diseñador prestigioso hasta un canasto con ofertas de una tienda departamental.
Seguir las tendencias, he aquí la cuestión.
¿De verdad es interesante saber porqué el metalizado se usa esta temporada? Algunos dirán que sí y a muchos solo les importa si ese pantalón azul eléctrico metalizado de la vidriera está al alcance del bolsillo.
En primer término, hay que saber que existen consultoras internacionales como la agencia inglesa WGSN (Worlds Global Style Network) o la norteamericana Fashion Snoops que se encargan de detectar las tendencias. Sus coolhunters viajan por el mundo investigando acerca de la cultura, la tecnología, los usos y costumbres de la gente, formas de consumo, movimientos políticos, sociales y también cuestiones ambientales que devienen en reportes. Dichos organismos venden a las marcas el resultado de esas investigaciones que dan lugar a resúmenes que derivan en las tendencias. Esta puede ser una de las aristas a tener en cuenta para saber por qué el estilo deportivo o por qué la logomanía volvieron a estar en la cúspide de las ofertas de moda.
También existen nombres y marcas poderosísimas que no dudan en ofrecer sus ocurrencias cada seis meses o cada vez que necesiten vender más. Una de ellas es Prada, con Miuccia Prada a la cabeza. Siempre a la vanguardia, la firma milanesa creada en 1913 está en constante ebullición de ideas que saca de su propio archivo y las remoza a gusto y piacere. Reeditar el bolso de nylon negro de los años 90 es uno de sus últimos hits. Eso sí, ese nylon no se parece en nada al original, hoy viene reciclado y ahí está el secreto para que vuelva a estar de moda. En esa categoría entran, por ejemplo, las sandalias Flame, el estampado de bananas y la cartera bowling del año 2000 que reapareció en el Resort 2020, y con la ayuda de los "influencers" de turno, se viralizan hasta el hartazgo.
Cuando Alber Elbaz diseñaba Lanvin, la prensa especializada se sorprendió porque gran parte de la colección verano 2011 se presentó con sandalias planas. Lo que pareció una audacia y una novedad, en realidad fue el resultado de una necesidad de último momento: en el ensayo muchas de las modelos no podían caminar con los zapatos de taco, entonces el diseñador lo solucionó con sandalias planas. Fue una situación que Elbaz definió como "la comodidad es el nuevo glamour". Seis meses después otras firmas lo adoptaron. Una comodidad anterior al boom de las zapatillas. La colección de alta costura primavera verano 2014 de Chanel se llevó íntegramente con zapatillas.
Algunos afirman que fue porque Karl Lagerfeld le diseñó un par a Carolina de Mónaco para que, post operación de rodilla, su majestad pudiera ir al Baile de la Rosa. Lo cierto es que aquellas zapatillas diseñadas por la firma Massaro -realizadas en tweed, encaje y perlas- que costaban de 3000 euros abrieron un nuevo mundo. De las zapatillas couture al athleisure y al look deportivo fue un recorrido en línea recta. Hoy, hombres y mujeres usan, y abusan, de llevar trajes y vestidos con zapatillas de todo tipo. Los consumidores están cómodos con esta tendencia que todavía no tiene fecha de vencimiento a la vista.
La calle, influencers y consumidores
Jean Paul Gaultier se sentaba en las calles de París a ver a la gente pasar y alimentar su imaginación con diseños que inmortalizaba en bocetos. De ahí que sus colecciones (hoy solamente diseña alta costura) tienen ese savoir faire de la ciudad luz con elementos propios como pequeñas Torre Eiffel de cristales en las medias traslúcidas, o reversiones del trench, el impermeable favorito de las parisinas. Para él la tendencia está en la calle y lo inspira. Cada vez que viaja a Milán, Evangelina Bomparola se sienta en el Bar Luce de la Fundación Prada (un sitio más intelectual que trendy) y en el café Cova a mirar qué llevan puesto las mujeres, cómo se mueven, qué piden, etc. en una suerte de trabajo de campo personal que le resulta enriquecedor. Para ella la tendencia está allí, en ese mix entre moda e intelecto.
En Secretaria Ejecutiva Melanie Griffith se cambiaba las zapatillas por stilettos antes de entrar a la oficina, una situación costumbrista neoyorkina llevada a la pantalla que contó y reafirmó una realidad y modificó la tendencia de las trabajadoras promedio.
El street style es otro generador de tendencias. Hoy el estilo de la calle, el original, el de los comienzos, el de Bill Cunningham primero y Scott Schuman del blog The Sartorialist ya no es tal. Cuando las marcas y el marketing entendieron ese fenómeno lo "prostituyeron" y le sacaron frescura. Hoy ver a los influencers entrando al desfile vestidos con el look de la marca que los patrocina perdió espontaneidad. El verdadero streetstyle es aquel que visten anónimos y ocurre varias cuadras más allá del epicentro de moda. Y ese dato lo sabía muy bien Mr, Cunningham. El libro "Bill Cunningham on the Street" refiere a esa época virgen e inocente con retratos que marcaron, marcan y marcarán el ritmo de las tendencias de la calle.
En el 2007, en una fiesta en el Victoria and Albert Museum, Kate Moss usó un vestido vintage Christian Dior de satin color nude que no resistió la jarana y se desgarró. En ese mismo momento la top model lo transformó en un minidress que se convirtió en uno de hits de su colección cápsula para Topshop y también fue la puerta grande para la rentrée de la nueva versión de las enaguas.
Las redes sociales con Instagram a la cabeza son los nuevos métodos de propagación de tendencias. Y dentro de este universo llamado Instagram ciertos ifluencers tienen la palabra. O mejor dicho, el look que muchas veces se convierte en un tsunami. Si Chiara Ferragni una mañana sale a la calle con ojotas porque le duelen los pies y los fotógrafos la retratan, es muy probable que las ojotas sean tendencia. Y como se trata de vender el consumidor es quien tiene siempre la última palabra y quien fija la tendencia.
Seducir y complacer al comprador es la finalidad de la moda, ya sea con una idea o reafirmando su propio estilo con piezas reeditadas.
Las agencias de investigación que venden sus reportes son quienes tienen la varita mágica. Los diseñadores y las casas de moda priman subjetividad para que las letras de esos libros con tendencias tengan ese toque que los caracterizará cada vez que reinterpreten los textos. Un pronóstico personalizado que resulta de un texto madre.
De esa manera el estilo andrógino será parecido pero diferente, similar pero único. Y la vuelta de los pantalones cargo tendrá varias caras aptas para todas. Son nuevos códigos, nuevas maneras de llevar lo ya conocido. Para vender hay que cambiar la perspectiva y ofrecer novedad.
La tendencia social
El activismo nunca fue tan chic y ser activista, más que estar de moda, se convirtió en una tendencia. Así decimos que la realidad de la calle y las verdaderas pulsiones llegan a la moda demostrando que de frívola, nada. Las pasarelas son, cada vez más, un casting de etnias, tipos de cuerpo y edades que avanzan a paso redoblado en diferentes desfiles y campañas. El género fluido ingresó en una categoría casi necesaria y desde hace algunas temporadas acompaña a la par con pancartas invisibles. La moda no es solamente exclusiva, también es inclusiva.
Hace dos años Vivienne Westwood, atentando contra su propia marca y la industria a la que pertenece, se despachó diciendo "Compren menos, elijan mejor y hagan que la ropa dure. Calidad no es cantidad". Es sabido que la diseñadora es parte de la resistencia y una rebelde del sistema. Esta temporada en London Fashion Week verano 2020 Dilara Findikoglu la diseñadora turca afincada en Londres egresada de Central Saint Martins tomó al pie de la letra las palabras de Westwood y las escribió con tinta roja en el pecho de un modelo. Este hecho es otra cara de la actualidad que se completa con la protesta que realizan los activistas de Extinction Rebellion por la emergencia climática con una funesta consigna "London Fashion Week: Rest in Peace". Hay que esperar y ver de qué manera las marcas transforman ese mensaje y lo devuelven en formas de diseños, prendas y colores que estarán a disposición en las tiendas.