Creó una impresora 3D en La Quiaca para ayudar a su hijo y Macri lo puso como ejemplo
Hace solo tres meses que la ciudad de La Quiaca, a 1775 kilómetros de Buenos Aires y la última antes de la frontera con Bolivia, tiene 4G. Esta tecnología le da acceso a Internet, aunque todavía pocos tienen celular. A pesar de ello, Emmanuel Inca, de 26 años, se las arregló para crear Axium, una empresa que fabrica impresoras 3D con materiales biodegradables. Hoy la exporta a los países vecinos y la comercializa también en la Argentina, sin salir de su ciudad natal, en La Puna y a 3442 metros de altura.
"El hecho de no tener Internet fue más complicado, pero no imposible", dice Emmanuel, que viajó a la Capital para participar del reconocimiento de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came) al "Joven empresario argentino". Por supuesto que no tuvo acceso a tutoriales en Youtube, una de las herramientas que más usan los millennials cuando quieren emprender o aprender. En vez de eso, aprendió a la vieja (muy vieja) usanza: comprando revistas y encargando libros a través del correo (no el electrónico).
Así, y con sus estudios hasta tercer año de ingeniería electrónica en San Salvador de Jujuy, que abandonó por cuestiones económicas, incorporó toda clase de conocimientos: electricidad (su trabajo desde los 16 años), programación, electrónica y todo lo necesario para llegar a crear la impresora 3D. "Estamos intentando que La Quiaca sea una zona franca, por eso es importante tener producción propia. Si no, se compra todo de afuera y no hay crecimiento económico. Ya tenemos en Axium a 12 personas trabajando, y queremos crecer más, pero también formamos a nuevos emprendedores", sostuvo.
Con una producción de entre 5 y 15 impresoras por mes, que se venden en US$1100 mas IVA, tienen más pedidos que capacidad productiva.
Elegido para representar a Jujuy en el primio de CAME, su historia fue difundida por las redes por el presidente Mauricio Macri a través de un video realizado por el Ministerio de Producción.
Por su hijo
El primer prototipo lo hizo en 2015 a los 22 años y usó lo que tenía mano, por ejemplo, componentes de viejas videocaseteras. "Tenía otros proyectos en mente. Sin embargo, por la condición de mi niño, que tenía un problema motriz y no podía mover el cuerpo libremente, aceleré el proyecto de realizar una impresora 3D", recuerda.
Se trata de una prótesis a modo de esqueleto 3D que se puede mover con impulsos cerebrales. Es, de hecho, una tecnología en plena experimentación en Silicon Valley, la meca de la innovación, a la que Emmanuel, después de enterarse a través de una revista tecno extranjera, "se le animó".
"Seguimos trabajando en ello, a pesar de que mi niño falleció, porque puede ayudar a mucha gente", sostiene. Hoy, dice, el proyecto está completo en un 60 o 70 por ciento.
También hace spinners y hasta calzado 3D que también comercializa, entre otras cosas. "Son mini fábricas, adaptables a cualquier rubro. El límite es la imaginación", cierra en diálogo con LA NACION.
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