Alberto Fernández intenta profundizar la relación con China sin irritar a Trump

La armonía del equilibrio que promueve la filosofía china será una guía para la relación de Alberto Fernández con Pekín. Con la voluntad firme de retomar el camino de profundización de los lazos bilaterales que había hasta 2015, pero con la necesidad de no alterar la relación con Estados Unidos, el Gobierno buscará ser parte de la nueva Ruta de la Seda con la que el presidente Xi Jinping extiende desde hace años su influencia en los cinco continentes.

La Argentina dará luz verde al avance de los megaproyectos chinos de infraestructura en el país cuya ejecución o finalización están pendientes desde los gobiernos de Cristina Kirchner, como la construcción de una central nuclear con tecnología completamente china en la localidad de Campana. Sin embargo, entre los proyectos que Pekín quiere implementar en la Argentina está el desarrollo de la tecnología de comunicación 5G, a cargo de la empresa Huawei, que genera un fuerte rechazo de Washington.

EE.UU. mantiene un enfrentamiento abierto con la compañía motivado por el presidente Donald Trump, que expresó su desconfianza de Huawei en Twitter y en conversaciones con otros mandatarios. El temor de la Casa Blanca es que China, que hasta ahora es el líder en el desarrollo de esa tecnología, utilice las redes inalámbricas para ejercer espionaje en todo el mundo.

Ante lo que podría convertirse en un enojo de Trump que afecte las negociaciones financieras, el gobierno de Fernández evalúa, entonces, qué postura adoptar ante la llegada del 5G chino y no descarta priorizar otros proyectos primero. Al menos por ahora.

De avanzar con la modernización de las telecomunicaciones de la mano de China, EE.UU. sumaría un factor más de preocupación por la presencia de Pekín en la Argentina. Así lo fue -y lo es- la puesta en marcha de la estación espacial china en Neuquén durante el kirchnerismo luego de una polémica por la firma de un acuerdo con artículos confidenciales.

La base, que en los papeles está destinada a investigaciones científicas de china en el espacio, depende del ejército chino y, más allá de las buenas intenciones manifestadas, cuenta con la tecnología necesaria para ser utilizada con fines militares. Washington la mira de reojo.

La precaución por las posibles consecuencias diplomáticas de la llegada del 5G, sin embargo, no se replica en las demás áreas, donde hay planeados proyectos conjuntos. Antes de asumir la presidencia, Fernández se reunió con el embajador chino, Zou Xiaoli, quien le manifestó la felicitación de Xi, que posteriormente vino acompañada por una carta amistosa y una invitación a visitar Pekín. El Presidente se comprometió a poner ese viaje en agenda.

La central nuclear en Campana es uno de los proyectos más ambiciosos del país asiático en la Argentina, por el que insiste desde hace años. Durante el macrismo no se avanzó en la construcción y hubo cambios en los términos acordados para ejecutarla, una decisión que provocó disgusto en China.

De concretarse finalmente la construcción de la central -la cuarta en el país-, exigirá una inversión de alrededor de US$8000 millones y demandará la participación como supervisora de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuyo flamante director, el argentino Rafael Grossi, se puso al tanto de los planes del Gobierno en su última visita a Buenos Aires, el mes pasado.

El Gobierno también aspira a que avance la construcción de las dos represas en Santa Cruz, obra de participación mayoritaria china, a través de la empresa Gezhouba. Según lo previsto, las represas Cóndor Cliff y La Barrancosa -antes, Néstor Kirchner y Jorge Cepernic- deberían estar terminadas para 2023 y 2024, una década después de la licitación.

Esa misma compañía también podría convertirse en la encargada de las obras de ampliación y modernización del paso Cristo Redentor, el corredor bioceánico que une la Argentina con Chile.

Entre los intereses de China en la región también están las obras para la explotación de litio en el norte argentino y para el dragado y balizamiento de la hidrovía Paraná-Paraguay a través de la empresa Shanghai Dredging Company.

Además de la infraestructura, la Cancillería -ahora a cargo del comercio exterior- dará un nuevo impulso a las negociaciones comerciales con Pekín para fomentar las exportaciones agropecuarias.