"Donde yo esté, el rock & roll va a estar siempre", dice Víctor Bereciartúa, conocido como Vitico ya desde antes de que Pappo lo eligiera como su bajista (y canciller) para inaugurar con Riff la era del rock pesado en la Argentina. Algo de eso hay: el rock & roll lo sigue donde va, ya sea como coequiper del Carpo en la banda más parecida a AC/DC y Saxon que tuvimos por estas tierras, al frente de su proyecto actual Viticus o -incluso- en La Joven Guardia, el grupo pop liderado Roque Narvaja en el que tocó a principios de los 70 y al que le inyectó una cuota de blues que antes ni se asomaba por su música.
La próxima cita de Vitico con el rock & roll será mañana: con la excusa del cumpleaños número 71 del líder y la despedida de 2019, Viticus toca en El Teatrito. Fue un año un poco menos activo de lo habitual para la banda, dice, "por razones de público conocimiento": su tiempo ahora está compartido con la refundación de Riff que encaró con Luciano Napolitano, Juanito Moro, Boff Serafine y su hijo Nicolás Bereciartúa. Un poco acá y un poco allá, Víctor no para y el rock -obvio- acompaña.
¿Qué cambió en Viticus en estos 17 años? ¿En qué son una banda distinta a la que se formó, más allá de algún integrante que fue y alguno que volvió?
Cuando estoy en una banda quiero que cada disco o cada show sea mejor que el último. A esta altura del partido, con una formación estable, hemos mejorado. Hay más oficio. Por ejemplo, para este show lo invité a Arito Rodríguez [el guitarrista que se fue del grupo en 2011]. Si alguna vez hubo algún roce con Arito ya no existe, lo cual está bien, porque hay que tratar de amigarnos.
¿Es la primera vez que un proyecto en el que vos estás al frente dura tanto tiempo. ¿Cómo te llevás con la responsabilidad de ser el que pone la cara?
No lo tomo como una responsabilidad. Yo le pregunto a los chicos cómo viene la onda y qué se hace en estos tiempos y ellos saben. Entonces yo me nutro de la onda de ellos que están al día y ellos de mi experiencia respecto de todo lo que puede pasar en shows, en grabaciones, en general. Es un intercambio perfecto, como un vampiro con sus víctimas [risas].
¿Cómo funcionan en lo creativo? ¿Hasta dónde hay margen para proponer cosas propias o jugar con distintos sonidos y hasta dónde es "se toca rocanrol de raíces bluseras y yo decido"?
Acá cada quien puede venir con todas las ideas que quiera. Por eso, con Gastón [Videla, guitarrista] tenemos dos o tres temas nuevos, que falta pulirlos un poco pero están. Ahora Jero Sica [baterista] va a ser padre... las circunstancias van variando, pero el rock & roll siempre está.
¿Sacaste los temas de Riff de los sets de Viticus ahora que tocás con las dos bandas?
No, pero no los repito. "Ruedas de metal" lo hago desde siempre en el medio de los shows, sea Viticus o sea Riff porque es de Pappo y es para tenerlo a Pappo ahí siempre. Para mí fue el más grande y sigue siendo así. Se lo extraña.
Más allá de extrañarlo a él y de que tenés guitarristas excelentes en los dos grupos, ¿se extraña esa seguridad de tener a un virtuoso al lado en el escenario que podía resolver cualquier cosa?
Sí, pero el Carpo ya no está y se sigue adelante. Hubo gente que cuando se anunció esto decía "oh oh, sin Pappo no". Todos sabemos lo que fue Pappo y lo que sigue siendo, pero te voy a hacer esta analogía: fijate que cuando se murió Bon Scott muchos decían que AC/DC no podía seguir, y disfrutamos de AC/DC veinte años más con Brian Johnson. Entonces que se callen. Yo nunca contesté nada, pero la banda suena como tiene que sonar. Luciano es lo más parecido a Pappo que quedó y canta igual. No toca igual pero canta igual. Y ahora que está el joven Boff, ya no tan joven, es muy alegre todo porque suena como el primer Riff, el del principio, quizás el verdadero. Hay cosas que cambian y se evolucionan. Por ejemplo Nicolás, mi hijo, demuestra la evolución de la especie.
Supimos de que las zapadas de Riff están saliendo cosas interesantes. ¿Puede haber música nueva?
Ojalá. Eso se va a saber el año que viene. De no haber música nueva no creo que haya mucho por hacer. Mirá lo que estoy diciendo [Risas]. Esto fue un experimento de genética y cromosomas. Tanto Pappo como Oscar Moro tuvieron un solo hijo cada uno. Ese hijo se dedicó a lo mismo que el padre. Y la verdad que en los ensayos hay momentos en los que es como hablar con los padres: el sentido del humor, gestos, las cosas que dicen. Es como si volvieran por un rato. Y es pura genética. Y además está Nico que es hijo mío, y yo que todavía estoy, así que lo disfruto.
¿Vos seguís viviendo el rock de la misma manera? ¿Te parece igual de buen plan tocar en un moto encuentro a las tres de la mañana a los 70 años que lo que te parecía a los 30?
Sí. Porque sé más, y cuando sabés más lo disfrutás más. Quizás hay algunos shows que hacés al principio ahora no los hacés, porque no podés estar tocando todo el tiempo, o la gente se aburre de verte. Entonces sí, realmente la adrenalina que me circula cuando salimos en una combi y nos vamos a tocar a un lugar que no conocemos... todo eso es lo que me pone bien. Eso, y el sexo. Con mi novia, obviamente, no te estoy hablando de promiscuidad. Para estar bien hay que hacer eso y reírse de uno mismo.
Hace poco Nico le dijo a Rolling Stone que la pose del rockero duro y reventado le parecía una pavada. ¿Alguna vez sentiste que por ser rockero había que parecer además de ser?
¿Reventado o duro? No. Lo que pasa es que tanto Pappo como yo tenemos un carácter que no nos comíamos ninguna. Por eso íbamos a las manos, hasta entre nosotros alguna vez. A mí me tiraron un vaso roto y no perdí el ojo por dos milímetros en el año 77. Y una vez me pusieron una 45 en la cabeza en un baño y le dije "tirá hijo de puta". Después dije "mirá si al tipo se le escapa el tiro, ¿voy a morir en un baño?". Y ahí dejé de salir. Mis salidas son los shows.
No es fácil imaginarte tocando "El extraño de pelo largo" con La Joven Guardia. ¿Cómo era para vos?
Y... había que sufrir un poco. De todas maneras, cuando yo entré a La Joven Guardia empezó a sonar mucho mejor de lo que sonaba antes. Porque yo le pongo garra, y porque los convencí y hacíamos covers de Free, por ejemplo. La lista de temas cambió para mejor. Después me fui a Inglaterra, volví más de un año después y con Pappo tuvimos la suerte de encontrarnos y decir: "Vamos a hacer una banda de rock en serio". El resto es historia.
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