Macri imita a Perón al sumar extrapartidarios
Para muchos, comparar a Mauricio Macri con Juan Domingo Perón bien podría sonar a herejía, pero con su sorpresivo anuncio de que Miguel Ángel Pichetto será su compañero de fórmula en la inminente carrera electoral, el actual presidente profundiza una estrategia en la cual su antecesor fue un experto. Perón supo absorber radicales y otros extrapartidarios desde un principio. Ya en 2015, Macri tenía cerca, y en puestos claves, a varios justicialistas, algunos de los cuales cantaron con ganas la marcha peronista en el almuerzo de bienvenida a Pichetto anteayer en la Costanera.
Cuando recién asumió, Macri le tendió una mano a Sergio Massa cuando lo llevó a la Cumbre de Davos, recreando, en una escala menor, al "opositor amistoso" que supo tener el presidente Raúl Alfonsín en Antonio Cafiero. La experiencia solo duró unos meses productivos para el nuevo Ejecutivo ya que las huestes de Massa ayudaron a sacar leyes. Pero después, el renovador fue en busca de una alianza estrambótica con Margarita Stolbizer, que no le sirvió a ninguno de los dos; Macri lo denostó al rotularlo burlonamente como "ventajita" y ahora Massa volvió a caer en los brazos del kirchnerismo, pese a que hasta hace menos de un mes reivindicaba por TV haber puesto "límites" a Cristina Kirchner en las últimas seis elecciones. "Nosotros hemos demostrado austeridad y coherencia política", me respondió cuando le pregunté en el programa La cornisa, el 19 de mayo último, si la expresidenta y actual senadora multiprocesada era o no un límite para él. Parece que no lo era finalmente.
Ahora, con Pichetto adentro, Macri inicia una nueva fase más ambiciosa que seguramente deparará nuevas sorpresas.
No son pocos los que piensan que el "purismo" Pro de Marcos Peña y Jaime Durán Barba enfriaron esas exploraciones presidenciales en tierras peronistas durante estos tres años y medio. "Eso es falso", se irrita Macri ante cualquiera que le intenté exponer esa teoría. "Marcos soy yo", se le volvió a escuchar hace pocas horas cuando se ponía al jefe de Gabinete del lado de los derrotados por la llegada de Pichetto. "Siempre intentamos sumar y consensuar -suele explicar el primer mandatario cuando retoma la calma-, pero la influencia y el dominio psicológico e ideológico del kirchnerismo sobre el PJ lo impidió".
La democracia argentina tiene ante sí dos posibilidades contradictorias en ciernes: una espectacular por lo buena y necesaria ya a la vista (que un presidente no peronista termine su mandato) y otra muy sombría e inquietante (que el kirchnerismo gane e ingrese en una fase más autoritaria ya fuera del sistema). La polarización peronista hacia el extremo K, que dejó por el camino a Alternativa Federal y muy debilitada la fórmula Lavagna-Urtubey, complica los planes de los "peronistas republicanos" (si esto no fuera un oxímoron) que quieran seguir jugando dentro del sistema. ¿Macri encabeza una patrulla en busca de esos náufragos o pretende asimilarlos y reconvertirlos tal cual hizo Perón mientras dominó la escena nacional con los opositores que fue sumando a su exitosa barca a lo largo del tiempo?
Perón irrumpe en la vida pública argentina en los años cuarenta como multifuncionario de una dictadura militar que echó mano a algunas ideas que los austeros socialistas habían pergeñado décadas atrás, pero que no lograron implementar por su falta de aptitud electoral. Para impulsarlas, Perón logró el respaldo del ala nacionalista de la corporación militar y de casi todo el sindicalismo. Pero entendió rápidamente que lo suyo no era la pureza ideológica, sino un audaz y permanente eclecticismo disruptivo y, por eso, renegó al principio de ser encorsetado en la formalidad de un partido laborista al estilo inglés, como le sugería Cipriano Reyes, pero demasiado democrático para las licencias que pensaba tomarse.
Sobrevolaba la cabeza del "coronel del pueblo" la idea del "movimiento", una instancia amorfa, inestable, mucho más laxa y, sin dudas, superadora del esquema de la agrupación política tradicional. Con sinceridad brutal llamó a su invención Partido Único de la Revolución (luego, Partido Peronista), reconocimiento de que era, en efecto, el caballo del comisario del gobierno de facto que había forjado con otros compañeros de armas y que, tras su unción popular el 17 de octubre de 1945, encontraría convalidación democrática en las elecciones presidenciales de 1946.
Lo que puede parecer una idea novedosa y audaz -la mixtura ideológica en una misma fórmula presidencial-, Perón la puso en marcha, en 1946, cuando eligió como candidato a vice al radical Hortensio Quijano y luego, en 1954, al marino Alberto Teisaire, en origen, del conservador Partido Independiente, y el primero en traicionarlo en cuanto cayó, en 1955.
La amplitud del "movimiento" dio lugar para todo, desde el estatismo furibundo del primer Perón y del segundo gobierno de Cristina Kirchner hasta el privatismo marcado de la segunda gestión de Perón (el contrato con la Standard Oil de California) y de ambas administraciones de Carlos Menem. Y también se mostró extremadamente amplio al prohijar "brazos armados" a izquierda (Montoneros, FAR, FAP) y derecha (Triple A, Comando de Organización y violentos del sindicalismo).
El lugar del vice para un extrapartidario, como Quijano, fue un recurso repetido en sucesivas experiencias peronistas: el conservador popular Vicente Solano Lima, acompañando al efímero Héctor J. Cámpora, en 1973, y el radical Julio Cobos, segundo de Cristina Kirchner, en 2007. Mención aparte merece el intento frustrado de que el líder de la UCR, Ricardo Balbín, acompañara a Perón en su tercera presidencia, abortado por el congreso justicialista, que se inclinó por la opción nepotista (un clásico en el peronismo) de reservar ese lugar a la esposa del caudillo, María Estela Martínez, que a su muerte fue presidenta de un funesto período que desembocó en la aún más mortífera dictadura militar de 1976.
A lo largo de su extensa carrera, Perón deglutió y hasta sumó a su extenso "movimiento" enemigos fascinados como Arturo Frondizi. ¿Intenta Macri imitar ese esquema en alguna medida? El actual mandatario llegó al poder en 2015 sustentado por tres agrupaciones (Pro, la UCR y la Coalición Cívica). Perón, en 1946, arribó a su primera presidencia aupado en otras tantas agrupaciones (la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y los partidos Laborista e Independiente).
La nominación de Pichetto como candidato a vice no es del todo original. Ya otro presidente no peronista, Fernando de la Rúa, en 1999, tuvo un vice justicialista, Chacho Álvarez. Pero aquella dupla no funcionó y quedó incompleta un año antes de la hecatombe de 2001, cuando Chacho renunció en pleno escándalo de la corrupción en el Senado. La ministra de Seguridad, la experonista Patricia Bullrich, dijo en Terapia de noticias que eso sucedió porque Álvarez carecía de un "blindaje emocional" como, se supone, le sobra a Pichetto. Su nominación pudo sonar a atajo heterodoxo para ampliar la base de sustentabilidad política de un eventual segundo mandato. "Siempre he trabajado en un contexto que subestima lo que hacemos", se le oyó a Macri al término de una semana auspiciosa para el oficialismo.
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