Mercado de palabras
Hay tiempos en los que las palabras se miden en porcentajes. Alberto Fernández dijo el domingo, en una entrevista con Clarín: "Hay que sentarse a discutir uno por uno, como hicimos con la deuda en su momento" con los tenedores de bonos de deuda. Un día más tarde, las acciones de las empresas argentinas que cotizan en Wall Street sintieron el rigor de la desconfianza. Fernández debió sacar a la cancha a Guillermo Nielsen para explicar que no había dicho lo que había dicho y ayer, mientras la Bolsa porteña imitaba a las de Nueva York, las acciones desplomadas en Estados Unidos tendieron a recuperar más o menos la mitad de lo que habían perdido el día anterior. La aclaración cotizó menos que la declaración.
Todo ocurrió apenas una semana después del resultado electoral de las PASO que, además de prefigurar el regreso del kirchnerismo al poder, detonó una devaluación del peso próxima al tercio de su valor original. Mauricio Macri se excedió el martes posterior a las elecciones al apuntar a los votantes por el nuevo cataclismo. Y su rival, Fernández, aprovechó para culpar al Presidente por la precariedad financiera y económica. El valor de la palabra cotiza como su ausencia. Nada más preciado que un bien escaso.