Días marcados por la incertidumbre y la volatidad extrema
La semana que acaba de finalizar marcó uno de los peores momentos de los mercados en la era Macri. Lo ocurrido fue comparable a las semanas de la crisis cambiaria de 2018.
La publicación de encuestas que por primera vez mostraron diferencias en el resultado electoral donde se puso en duda que Mauricio Macri le ganará a Cristina Kirchner en un hipotético ballottage, junto con la dificultad de lograr un descenso más rápido de la inflación, fueron los disparadores de una caída generalizada de los bonos de la deuda argentina. Todo ello llevó el riesgo país a un índice superior a los 1000 puntos y los CDS, seguros contra default, a niveles similares.
Acompañó a esto una caída en los precios de las acciones argentinas y una mayor presión sobre el tipo de cambio, que se alejó del límite inferior de la banda de no intervención del tipo de cambio.
Algunos rumores atribuían estos movimientos a una presión de los mercados para forzar la necesidad de un "plan V", en referencia a mostrar a la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, como candidata a presidenta. Esto fue desmentido en varias oportunidades tanto por Macri como por la propia Vidal.
Lo que queda claro es que los mercados están adelantando la volatilidad y la desconfianza que eran esperables para después del 22 de junio, la fecha en que quedarán confirmadas las candidaturas.
Parece un poco temprano todavía para que las cotizaciones puedan reflejar semejantes niveles de desconfianza. Pero lo sucedido ratifica que vienen meses de muchísima incertidumbre, en los cuales las cotizaciones estarán a prueba de manera constante.
Desde el punto de vista de los números, parecería que con este nivel de reservas, el apoyo del FMI, las herramientas que tiene el Banco Central, el superávit comercial del primer trimestre de este año y los dólares de la cosecha, no habría que suponer la posibilidad de un default en el corto plazo. Las dudas estarían planteadas a partir de 2020 y su resolución dependerá, en gran medida, de quién conduzca el país después del 10 de diciembre.
Una prueba de ello es el rendimiento del Bonar 2020 (AO20), cuya tasa interna de retorno llegó a 20% anual, contra la última licitación de LETE de esta semana, cuyo vencimiento opera el 29 de noviembre; el Banco Central pagó una tasa del 5,47% anual.
Alternativas para el inversor
En el contexto descripto, la cautela y la prudencia deberán estar presentes en todas las decisiones a lo largo de este año, a la hora de analizar las posibles inversiones.
En el caso de no querer tomar demasiado riesgo, una posibilidad de inversión son las LETE -que se pueden comprar en el mercado secundario- con vencimientos anteriores al 10 de diciembre.
Una alternativa que asume mayor riesgo incluiría acciones de empresas argentinas con fundamentos sólidos, con baja exposición de deuda y con una buena relación de utilidades sobre el patrimonio.
Para los que quieren posiciones más agresivas y, a la vez, suponen que gane quien gane podría haber una reestructuración de la deuda (lo que no implica necesariamente un default), convendría comprar bonos largos que, si bien hoy rinden menos que los cortos, alejan de la situación de estrés del corto plazo y que ante una quita, quedan menos expuestos a pérdidas de capital al tener menores paridades.
El autor es gerente general de Bacqué SA
Leopoldo Olivari
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