Dejarse de joder
"Hay que dejarse de joder con el pasado".
(De Eduardo Duhalde sobre sus diferencias con Cristina Kirchner)
Hasta acá llegamos. No va más. Esto no tiene destino. Se terminó la magia. Quemá esas cartas. Borrón y cuenta nueva. Y se separaron pegando un portazo.
Ella le dijo "mafioso" y lo llamaba "el Padrino". Él pensaba de ella que "no estaba capacitada para gobernar" y que era "bipolar", porque así se lo había contado el marido, a quien él llegó a comparar con Hitler y con Mussolini. Una relación tortuosa que ahora viene al caso más que nunca. ¿Por qué? Porque él prefiere olvidarlo todo.
A quien llamamos "él" en esta oportunidad es a Eduardo Duhalde. No es el habitante del Arsat I y II, según nos contó ella, Cristina, en referencia a donde "hoy vive Néstor", libre "como barrilete cósmico".
Él, Eduardo, quiere borrar lo vivido, no por amor ni por caridad, sino porque "el mundo marcha a una velocidad que nunca tuvo" y por eso "hay que dejarse de joder con el pasado y mirar al futuro, porque nuestros nietos necesitan que estemos ocupándonos de ellos".
De ninguna manera, dear Edward (usamos el inglés porque el lunfardo, que tanto nos gusta, podría parecerle gagá a nuestro querido expresidente).
De ningún modo podemos dejar de mirar para atrás. Ese no es un ejemplo para nuestros nietos. A los chicos hay que decirles que acá, en la Argentina, tuvimos más de 50 gestiones presidenciales, entre las que elegimos y las que nos impusieron y a las que varios les encontraron el gustito y querían retenerlas para siempre. Y que, en algunos temas, seguimos casi, casi como cuando llegaron los colonizadores.
Hay que decirles que en 165 años de historia tuvimos 128 ministros de Economía (con algunas repeticiones de nombres, obvio; eso no lo abandonamos nunca) y que hemos crecido tanto que hoy estamos terceros en el ranking de las inflaciones más altas del mundo.
Que no es bueno dejarse de joder con el recuerdo; que es mejor "una más y no jodemos más" a ver si un día la pegamos. Que los balances históricos son tan necesarios como las declaraciones juradas ante la AFIP y que "la patria os lo demande" no es rendirle cuentas al Instituto Patria. Que ni los locos bajitos se dejaron de "joder con la pelota" a pesar de Serrat y Sabina.
Que tener memoria es un privilegio, pero también una obligación. Porque, dear Edward, no todo poder lava las culpas, como no todo difunto es un santo".