La semilla de duda de los comandos de campaña
Como alcohólicos en otro intento de recuperación, después de la última borrachera, fatal
y demoledora, miran con deseo reprimido y dan vueltas alrededor de la botella. Sin animarse a tomarla y sin la voluntad para romperla.
Mirando de reojo y a escondidas, algunos degustan un traguito para, al instante, paladear el regusto amargo de la culpa y el sabor del placer prohibido. Sensaciones que se suman al dilema cruel sobre los perjuicios concretos del abuso y a las bondades declaradas del consumo responsable.
Andan a tientas en busca del destino que los desvela, obligados a confiar en un olfato adormilado por los excesos. Candidatos, asesores, dirigentes y militantes de todos los espacios, pero sobre todo los oficialistas cambiemitas, recaen con más frecuencia de la que pueden admitir.
Después de las lapidarias PASO para la mayoría de las consultoras, las encuestas han dejado de ser el popular trago de la estación electoral para convertirse en la semilla de la duda de todo comando de campaña. Paradojas de la era del big data y de la pasión por la estadística.