Semanas de lectura
Tardarán al menos tres lunes en terminar la lectura de parte de los 59 cuerpos (cada uno de unas 200 páginas) del expediente. El fiscal había ofrecido leer fragmentos salientes de la acusación, pero bastó que una de las partes se negara para que se aplicase la obligación de agotar, palabra a palabra, la voz de los funcionarios encargados de decir todo o casi todo lo escrito en la causa de la corrupción en la obra pública. Varias decenas de horas se perderán en un trámite pensado para que todos sepan de qué se trata. Válido, pero innecesario en estos tiempos en los que se puede acceder desde cualquier lugar a cuanto contenido se desee.
La burocracia judicial como excusa de las imprescindibles formas es apenas un detalle detrás de la enorme importancia que tiene ver sentada en el banquillo de los acusados a una exjefa del Estado y a la vez principal líder de la oposición. Una semana atrás, cuando la Corte estuvo a punto de cancelar el inicio del mismo juicio oral, la imagen de los expedientes acarreados como hace siglos mostró parte del mismo problema, otra vez oculto por una noticia impactante. Dicen que en junio comienza a regir la reforma procesal penal y algunos trámites innecesarios tenderán a desaparecer. Será justicia.