Ley Fernando
La masculinidad pervertida y la arenga clasista al momento de aniquilar a Fernando Báez, y que ese atroz rito funerario haya sido realizado por un monstruo de varias cabezas, exigen un nombre propio que exceda la burocrática y fría tipificación penal actual.
Se juntan allí agravantes aberrantes que merecen un castigo jurídico extra, un debate de la sociedad -que ya está teniendo lugar- y un rápido tratamiento legislativo en consecuencia. No solo honrará la memoria del mártir de Villa Gesell. Machacar mucho con la idea de "No te conviertas en un asesino y pierdas tu vida... en la cárcel" terminará disparándose casi como un acto reflejo hasta en algunos de los más pendencieros. Se salvarán vidas.
Hay que trabajar urgente este tema en la educación formal, en los clubes, en campañas intensas en los medios, en las redes sociales y con cartelería en la vía pública, particularmente cerca y dentro de los boliches más concurridos. Así como femicidio y parricidio, por ejemplo, agravan la figura del homicidio -y está muy bien que así sea- ya hay quienes piensan que una "ley Fernando", tal vez con un nombre más adecuado que lo trascienda, ayudaría a acorralar el flagelo del crimen en patota.