La moderación de Alberto Fernández, en emergencia
La urgencia del Presidente sería acumular poder para ganar autonomía respecto del kirchnerismo
La suspensión por 180 días de la búsqueda de consensos con la oposición es el resultado más significativo de la delegación de facultades que Alberto Fernández obtuvo del Congreso gracias al peronismo, pero a costa de poner en crisis la propuesta efectuada en ese sentido a la Asamblea Legislativa.
No parece que al Presidente lo satisfaga quedar expuesto a este tipo de contradicciones dos semanas después de haber asumido el gobierno. Pero es probable que haya carecido de otras opciones para resolver la emergencia más urgente de su gestión: la necesidad de acumular poder para ganar autonomía y no depender del kirchnerismo, fortalecido en el Parlamento y con expectativa de extender esa influencia al Poder Ejecutivo.
Fernández precisa para eso articular una corriente que le proporcione votos propios, única garantía de darle proyección a su gobierno, lo que podría obligarlo a posponer el experimento de la moderación política. Son factores que relativizan los efectos del plazo excepcional de seis meses, en el que tal vez existan otras rectificaciones, como, por ejemplo, aceptar que las organizaciones piqueteras que comparten con Daniel Arroyo la conducción del Ministerio de Desarrollo Social le impidan avanzar con un organigrama de racionalización. Incluso, que Emilio Pérsico encabece esa resistencia.
Pérsico es el secretario de Economía Social. En los hechos, el número dos del ministro, es decir, de Arroyo. Con Fernando "el Chino" Navarro, Pérsico conduce el Movimiento Evita, vital en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Ctep), que lidera Esteban "el Gringo" Castro. Junto con su esposa –la intendenta de Moreno, Mariel Fernández– y el diputado nacional Leonardo Grosso, Castro integra el comité que, con Pérsico y Navarro, orienta al Movimiento Evita, el único con representación en todas las provincias.
El Movimiento Evita y la Iglesia Católica tienen una alianza en el conurbano que expresa la preocupación por el avance de los cultos evangélicos. Para emular a los pastores pentecostales, la Iglesia admite que piqueteros reconocidos celebren misas y hasta bautismos. Navarro canaliza esa relación con Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora y titular de la Pastoral Social. Lugones es jesuita. Como el Papa, que lo ordenó obispo hace 20 años.
Alberto Fernández visitó a Francisco antes de que Cristina Fernández de Kirchner lo consagrara candidato presidencial. Arroyo ocupa una cartera en su gobierno con el aval de la Iglesia, conducida por un peronista preocupado por unir a esa fuerza tras la derrota electoral de 2015. Espíritu resumido en la consigna que, como mantra penitente, repite el Frente de Todos: la división que facilitó la victoria de Macri es una lección aprendida. También desde 2015, Francisco gestiona con Gerardo Martínez y José Luis Lingieri el reconocimiento de la CGT a los piqueteros.
Es posible que la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) deje sin excusas para dilaciones a los jefes de la Uocra y del Sindicato de Trabajadores de Obras Sanitarias. Con el Movimiento Evita, la Ctep, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el Frente Popular Darío Santillán podrían reunir medio millón de afiliados. Castro liderará la UTEP. Tres meses antes de las PASO, Martínez y Lingieri intentaron convencer a María Eugenia Vidal de que sustituyera a Macri como candidato presidencial.Fue en un almuerzo con Guillermo Moser (Luz y Fuerza), Carlos Acuña (estaciones de servicio), Jorge Sola (seguros), Juan Pablo Brey (aeronavegantes), Carlos Frigerio (cerveceros) y Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento). Ricardo Pignanelli fue parte de esa iniciativa.
Con Alberto Fernández y la presencia de los directivos de todas las firmas, el titular del Smata presentó la semana pasada el plan estratégico para el desarrollo de la industria automotriz. Horas después, el Ministerio de Economía anunció un impuesto de entre el 25 y el 53 por ciento a los cero kilómetro que afecta a casi la mitad de los modelos.
Como el resto del arco empresarial, los de este sector se resignan a que solo el peronismo pueda ejecutar un ajuste de semejante envergadura. Admiten que no fueron advertidos del nuevo gravamen. Lo atribuyen a que no están claros los roles de Martín Guzmán y de Matías Kulfas. Pignanelli pactó con el ministro de la Producción el acto del 18 de diciembre. Un día después de los violentos incidentes en la sede de la UTA.
Su titular, Roberto Fernández, fue otro de los que tentaron a Vidal. Igual que Omar Maturana (La Fraternidad) y Sergio Sasia (Unión Ferroviaria). Junto a Fernández y Schmid, el corazón de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT): los gremios que deciden la suerte de los paros generales con la paralización de trenes y colectivos. Macri fue el presidente no peronista que menos los padeció.
El caso Mariano Ferreyra significó la pérdida de influencia de Hugo Moyano en la CATT, iniciada con la salida de Juan Manuel Palacios de la UTA, en 2006. Lo sucedió Fernández. El estudiante fue asesinado el 20 de octubre de 2010, en una protesta de la izquierda en Constitución que intentó diluir la Unión Ferroviaria. Pedraza y Fernández eran sus máximas autoridades.
El episodio marcó la ruptura del jefe de los Camioneros con el kirchnerismo, restañada a medias con la candidatura de Alberto Fernández. Más que el congreso confederal que en agosto elegirá autoridades en la CGT, a Moyano lo inquietaría la falta de instrumentos de presión al Gobierno. ¿Quería para eso la Secretaría de Transporte? Allí fueron designados Walter Saieg y Gabriel Bermúdez, ligados al senador cordobés Carlos Caserio.
Este fin de semana, Daer recorrió con Fernández la sede de la UTA. Daer aspira a conducir una CGT unificada. Cercanos al Presidente, "los Gordos" mantienen una añeja antipatía por Moyano. En la UTA le atribuyen al camionero responsabilidad en el intento de copar su sede. No es el único episodio relevante del 17 de diciembre para el calendario del incipiente albertismo.
Mariano Cascallares hizo suspender la sesión extraordinaria del Concejo Deliberante convocada por el oficialismo para tratar su licencia en el cargo de intendente en Almirante Brown. Horas antes de eso, Gabriel Katopodis le comunicó que quedaría sin efecto la designación como secretario de Obras Públicas que habían acordado el día anterior. Una incomodidad para Katopodis y la festiva alusión que ideó para la cartera de Obras Públicas: "El ministerio de los intendentes".
Y una señal de alarma al conjunto de los del conurbano. Quizá por eso el 19 Martín Insaurralde ideó un homenaje a todos los presidentes del PJ de Lomas de Zamora para inaugurar la remozada sede partidaria del distrito. El intendente apareció flanqueado por Eduardo Duhalde, Hugo Toledo, Osvaldo Mércuri y su mentor, Jorge Rossi. El mitin reunió además a glorias de otro tiempo: Antonio Arcuri, Juan José Mussi y Jorge Villaverde.
Se trata del primer gesto de Insaurralde hacia el peronismo en toda la larga década que ejerció el poder bajo la égida del kirchnerismo. Es probable que sea la primera señal de admisión de un cambio en los tiempos. Quizá porque apremian más de lo previsto. Sobre todo desde que la moderación de Alberto Fernández comenzó a ser percibida en estado de emergencia y de forma prematura.