Privilegio
Adelaide, Australia.- Parece poco, pero es mucho. Sol, arena, mar, una reposera y una puerta de una camioneta que hace de techo para resguardarse son los elementos de los que dispone este hombre para disfrutar de un paisaje paradisíaco, de una soledad envidiable y del silencio que lo envuelve, ya que no hay nadie a su alrededor. Son pocos los requisitos si solo los evaluamos cuantitativamente, pero cualitativamente equivalen a una fortuna incalculable. Más teniendo en cuenta que la playa se encuentra en Australia, castigada por la ola de calor que la asoló en los últimos días. Así, la situación del hombre de espaldas cobra un valor especial por el contexto en que se encuentra. Es de por sí placentero estar sentado mirando el mar en una playa, pero mucho más si eso permite aliviar un sofocón del que muchos seguramente no han podido escaparse. Por eso, aquí, el placer se ha convertido en un privilegio, es decir, en algo de pocos.