Trump, AMLO y Cristina, parecidos que asombran
En la Argentina estamos fuera de foco. Por interés o por ingenuidad, buena parte de la opinión pública visualiza las próximas elecciones como una confrontación entre dos ideologías: la derecha, que encarnaría el Gobierno, y la izquierda, supuesta identidad del kirchnerismo. No creo que izquierda y derecha sean conceptos perimidos. Pero sí creo que en las democracias occidentales, y en este país en particular, se libra otro combate mucho más esencial, que incluso pone en jaque la posibilidad de que izquierdas y derechas con verdadera sustancia se enfrenten en elecciones libres y eventualmente, al ritmo del voto, se alternen en el gobierno.
En el mundo han brotado líderes mesiánicos con un hambre de poder omnímodo, caprichosos e irracionales, que a fuerza de carisma, mentiras y apelaciones a las emociones más elementales se imponen en elecciones democráticas pero, una vez en el poder, inician un destructivo desmantelamiento del sistema institucional para barrer los obstáculos que se oponen a su voluntad. En estos personajes, la identificación ideológica es algo muy secundario, cuando no una impostura de la que se valen para disfrazar sus intenciones.
Un artículo publicado esta semana en el diario El País refleja esta realidad. Firmado por el escritor mexicano Francisco Martín Moreno, lleva un título simple y directo: "Semejanzas entre AMLO y Trump". En columnas anteriores he marcado muchas similitudes psicológicas entre el magnate norteamericano y Cristina Kirchner. Tal vez por eso, no puedo resistirme ahora a la tentación de sumar a la señora a esta dupla en apariencia antitética que sin embargo, tras el juego de las semejanzas que propone Moreno, se revela integrada por dos hermanos mellizos. Pues bien, el presidente de los Estados Unidos, de derecha, y el de México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, tienen una hermana en el sur. Una hermana que les ganó de mano y señaló el camino.
"Trump controla a su gabinete por medio del miedo, en tanto AMLO tiene a su vez amedrentado al suyo, integrado por personas que niegan a diario las evidencias más palpables", dice Moreno. Aquí Cristina, como antes Néstor, apeló al método de la humillación. Le salía naturalmente. Su tropa le tenía -aún le tiene- pavor. Más que gabinete, tuvo una corte obsecuente. Parrilli es buen ejemplo. En cuanto a negar las evidencias, recordemos a Capitanich, inmolándose ante la prensa por las mañanas, y a Aníbal Fernández, que en su afán de adulterar los índices de inflación dijo que estábamos mejor que Alemania.
"Trump se ha caracterizado por ser un mentiroso profesional y AMLO sigue de cerca sus pasos", escribe Moreno. La mentira que la expresidenta desplegaba en sus largos monólogos era tan consistente que creó una ficción en la que una parte de la sociedad argentina se instaló a vivir. Allá en el norte tienen mucho que aprender.
"Ambos critican los sistemas políticos de sus respectivos países y alegan demagógicamente que la democracia funciona a favor de minorías poderosas de las que sus naciones deben ser rescatadas por líderes como ellos", sigue el articulista. Si Trump y AMLO quieren aprender a dividir, deberían estudiar al kirchnerismo. Yendo contra las "grandes corporaciones" y la "prensa hegemónica", los Kirchner crearon una grieta de la cual Cristina todavía se alimenta y vive. Todo mientras saqueaban el Estado en niveles inimaginables, como hoy se exhibe en los tribunales, donde la expresidenta tiene 13 procesamientos y siete órdenes de prisión preventiva en su contra, además de parte de su gabinete entre rejas.
Sigue Moreno: "Trump sueña con ser amo y señor del Departamento de Justicia... en tanto AMLO... impone en la práctica una justicia selectiva de acuerdo a sus intereses y a sus estados de ánimo". Aquí Cristina casi se lleva puesto al Poder Judicial con su proyecto de "democratizar" la Justicia. De volver, intentará cumplir aquello que dejó inconcluso con métodos más drásticos. Lo ha anunciado hasta el candidato a presidente detrás del que ella se esconde.
"Ambos odian a la prensa libre y la critican en tantas ocasiones como les es posible. Detestan cualquier tipo de controles que vayan en contra de sus intereses y deseos". Aquí ese odio llevó a Cristina al intento de ahogar a los medios críticos y acabar con la prensa. Casi lo logra.
"Ambos presidentes han creado desde sus respectivos cargos una tormenta perfecta de consecuencias imprevisibles", cierra Moreno. Cristina, la hermana adelantada del sur, ni de izquierda ni de derecha, ya lo hizo. Lo que hace a la Argentina un país inexplicable es que, con el voto de las víctimas, podría volver a hacerlo.