Thomas Cook y la crisis turística
La abrupta quiebra del operador turístico británico Thomas Cook ha dejado atrapados de la noche a la mañana a unos 600.000 turistas que disfrutaban de vacaciones en destinos de todo el mundo, muchos de ellos en España. Su incapacidad para adaptarse al nuevo modelo de negocio emanado de internet y el infructuoso empeño a la hora de atraer a los clientes más jóvenes han contribuido al hundimiento de una compañía que no ha sabido aclimatarse a las demandas del consumidor. Pese a la relevancia de la firma y sus más de 20.000 empleados, el gobierno británico ha eludido acudir al rescate de la compañía, toda vez que lanzar un salvavidas financiero a Thomas Cook habría creado un mal precedente y sería un pésimo ejemplo para otras empresas en dificultades. Distinto es que ahora el gobierno de Boris Johnson ponga todo su empeño en ayudar a los viajeros a sus distintos lugares de procedencia en el Reino Unido. El reto no es menor. Se trata de la mayor operación británica de repatriación desde la Segunda Guerra Mundial.
EL PAIS