Axel Kicillof, en el centro de otra intriga bonaerense
En el fracaso del gobernador ante la Legislatura intervino la resistencia a la vicepresidenta por parte de sus propios aliados
Cristina Fernández de Kirchner tiene como prioridad evitar que la unidad del Frente de Todos sea puesta en riesgo. El problema es la forma elegida para no repetir la diáspora iniciada en 2013 por Sergio Massa. Una conducción política concentrada exclusivamente en ella podría estimular a que ocurra exactamente lo contrario. Resulta curioso. Si impusiera ese modelo, rompería con la tradición del peronismo que se encargó de alimentar: el titular del Poder Ejecutivo es quien ejerce ese rol. Es decir, el presidente. Fernández, en este caso. Cristina ahora es la vice. A esa inversión latente se deben las tensiones dentro de la coalición oficialista. Principalmente, con Alberto Fernández.
La novedad es que comienzan a insinuarse algunas tensiones con Axel Kicillof. No logró que la Legislatura bonaerense le aprobara una nueva ley impositiva. Fracaso en el que intervino la resistencia a la vicepresidenta de sus aliados. Tiene lógica que expresen esa resistencia con Kicillof. Sobre todo por la credencial que esgrime ante ellos: "Yo soy Cristina". El gobernador dedicó el fin de semana a defender ese proyecto, que precisa ser modificado para destrabar el acuerdo con Juntos por el Cambio. El único camino para que el oficialismo tenga un resultado favorable en la sesión extraordinaria que el 2 de enero se convocará para el día 7. Lo que tal vez explique la mesura de la oposición. Y, aunque resulte extraño, también el aparente espíritu festivo en miembros del Frente de Todos.
Hay versiones que atribuyen ese estado a Massa, Verónica Magario, la mayoría de los intendentes del PJ y hasta a Máximo Kirchner. Lo llamativo es que probablemente no discrepen sobre la propuesta de Kicillof: reajustar el 75% los impuestos inmobiliarios y duplicar la alícuota en Ingresos Brutos a los medicamentos. La diferencia radica en haber elegido a Carlos Bianco para negociar en el Senado con Juntos por el Cambio. Con mayoría propia, del bloque opositor depende el éxito de las sesiones. A Kicillof se le critica enviar al jefe de Gabinete a un ámbito donde no tiene experiencia y donde la vicegobernadora es la presidenta del Cuerpo. Magario fue desplazada de las negociaciones. Puede que sea un malentendido.
En una llamativa mimetización con Magario y el intendente Fernando Espinoza, Cristina reivindica la propiedad de los votos en La Matanza. Bianco fue el vocero de Kicillof, convencido de un acuerdo con María Eugenia Vidal que despejaba obstáculos. Cerca de la exgobernadora lo desmienten en forma parcial. El compromiso quedó supeditado a la ley, conocida horas antes de la sesión. Vidal le adelantó a Kicillof que no la votarían sin cambios. El principal: que el ajuste del impuesto inmobiliario sea igual a la inflación de 2019, el 55 %, 20 puntos menos de los que pide el gobernador. Según Juntos por el Cambio, significarían 800 millones de pesos menos en un presupuesto de casi un billón.
Kicillof insistió en que pretende cobrarle a una minoría rica, defendida por la oposición. La disparidad de criterios es interesante. El peso fiscal recaería en los sectores productivos de la provincia. Coincide con las secciones electorales en las que ganó Vidal: segunda, cuarta, quinta, sexta, séptima y octava. Es donde el gobernador busca fondos para atender especialmente al conurbano. La región más urgida de asistencia estatal. Primera y tercera sección. Es decir, los dos tercios de los votos bonaerenses y el bastión electoral de Cristina.
Los reclamos a Vidal por su ausencia exponen la fragilidad de la estrategia de Kicillof con la Legislatura, recostada en exceso sobre los acuerdos con su antecesora por la desconfianza que le genera el oficialismo. Al que asocia con los intendentes del conurbano. El recelo es mutuo. Alertados por Hernán Grana, Juan Zabaleta y Alberto Descalzo, lograron eliminar el artículo 34 de la ley de emergencia. Grana le dijo a Bianco que era una mala noticia centralizar los fondos que el gobierno nacional gira a los municipios. La solidaridad del diputado de Nuevo Encuentro con los intendentes de Hurlingham e Ituzaingó es inédita. Ambos expresan el malestar con Martín Sabbatella. El nuevo titular de la Agencia de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) impuso al peronismo la candidatura de Lucas Ghi, nuevo jefe comunal en Morón.
La negociación con la oposición quedó en suspenso después de que el Frente de Todos quiso tratar en Diputados el proyecto que no logró quorum en el Senado. Algo que no está permitido, pero fue salvado con el ardid de presentar una iniciativa similar luego del cuarto intermedio en la noche del 26 de diciembre. Después de la rueda de prensa en la tarde del 27, Kicillof habilitó a operadores de Massa y Máximo para combinar con Carlos Moreno el intento de darle media sanción en Diputados. La pericia de los involucrados habilita la especulación. Resulta difícil de creer que no hayan podido hacerlo por un voto. Para reunir quorum se precisan 47. El Frente de Todos tiene 45. Pero tuvo dos ausentes.
Uno fue Sergio Pérez, ligado a Mario Ishii. El intendente de José C. Paz esperaba un trato preferencial con Kicillof por haberlo respaldado en la campaña. Lo de Fernanda Díaz es más llamativo. Viviana Giglio, su suplente, no pudo asumir por falta de quorum. Díaz está de viaje. El destino es un misterio. Sobre todo luego de las críticas a Vidal por estar en París. El día 2 Kicillof recibirá a los intendentes de Juntos por el Cambio. Se verá con Jorge Macri y Néstor Grindetti. Junto al senador Roberto Costa, los intendentes de Vicente López y de Lanús negociaron con Bianco. Es cierto que los cargos que corresponden a la oposición estuvieron presentes. Pero no se avanzó por falta de consenso sobre la ley.
Más que insistir en hallar una fisura entre Vidal y esos jefes comunales, es probable que el Frente de Todos se tiente con explorarla en el radicalismo. ¿Recurrirá Kicillof a Massa? Este se arroga haber acercado a Morales al gobierno nacional. A cambio de que la UCR facilitase la jura de los diputados del Frente de Todos y que el oficialismo tuviese quorum para sancionar la ley de solidaridad y reactivación productiva, el gobernador de Jujuy habría logrado de Cammesa el pago en dólares de los 300 megavatios (MW) que aportaría desde 2020 el complejo de parques eólicos Cauchari, el más grande de América Latina. Recurso vital para atender el crédito de 300 millones de dólares tomado con el Export-Import Bank de China para financiarlo. Pero también para negociar dos nuevos parques, que se sumarían a los tres que ya funcionan y aportarían 100 MW más. Por ahora son solo versiones. En ellas se alude a la misión oficial en China que Beliz encabezaría en enero. Lo invitaría a Morales.
Tal vez la aparición de Mario Meoni en escena sea parte de la contrariedad con Kicillof que Massa comparte con sectores del Frente de Todos. El exintendente de Junín postuló a Fernández como el representante más fiel del ideario radical. Es probable que el discípulo de Leopoldo Moreau logre el efecto opuesto al deseado: persuadir a dirigentes de ese espacio a sumarse a otro.
Parece difícil que surja un liderazgo político más amplio sin un ciclo económico que lo respalde. Un requisito cumplido por Menem y Kirchner, pero que todavía no reúnen Fernández y Kicillof. ¿Podrán hacerlo en los próximos 180 días? El plazo acotado en el que se proponen obtener resultados da sentido a las intrigas bonaerenses en las que están sumergidos.