Manotearon la heladera
"Se metieron en la heladerade la gente".
(De Durán Barba, tomado del libro de Andrés Fidanza.)
Miércoles, 10 de la mañana. Verdulería en Palermo. Una vecina compra dos mandarinas, dos manzanas y una cebolla. El verdulero le entrega la bolsita y le comenta: "Todavía me estoy recuperando de lo del domingo". "¿Votó a Macri?", quiere saber la clienta. "No. A Alberto", contesta el comerciante.
Sencillo. El hombre apostaba a Alberto como vidriera de Cristina, pero ni por asomo imaginó que la fórmula de los Fernández fuera a darle semejante paliza al Gobierno.
"Esto que pasó es una locura. Es como encargar cuatro cajones de paltas y que te regalen once. Más que una locura es una ensalada", dijo el hombre con la lógica del negocio que le da de comer.
"Es como si se me hubieran mezclado todos los clavos y ahora tengo que separarlos uno por uno y ver dónde los pongo", comentó el ferretero de la cuadra atendiendo su propio juego.
Miércoles, 11 de la mañana. Ya en casa con medio kilo de tomates, una planta de lechuga y un cuerito para la canilla de la cocina, miro en derredor para buscar mi propia analogía. ¡La biblioteca! Veo el resultado de las PASO como un terremoto para los libros. De repente, Gustavo Adolfo Bécquer se mezcla con Pablo Neruda, tropieza con Baldomero Fernández Moreno y choca con Mario Benedetti, que se agarra de Calderón de la Barca mientras pega un empujón a José Hernández desarmándole el Martín Fierro.
Entonces, los sentimientos más diversos caen como lluvia pareja sobre tirios y troyanos. "Mi vida es un erial / flor que toco se deshoja / que en mi camino fatal / alguien va sembrando el mal / para que yo lo recoja", susurra un lavagnista. "Puedo escribir los versos más tristes esta noche", recitan en Olivos. "Me gusta cuando callas porque estás como ausente", de Alberto a Cristina. "Setenta balcones y ninguna flor", se lamenta María Eugenia. "Seré curioso, señor ministro / de qué se ríe", le preguntan a Lilita, la ministra sin cartera.
"Hacete amigo del juez / no le des de qué quejarse / y cuando quiera enojarse / vos te debés encoger, / pues siempre es güeno tener / palenque ande ir a rascarse", recitan en Comodoro Py.
El terremoto zarandea hasta al libro más reciente: Durán Barba. El mago de la felicidad, de Andrés Fidanza. Lo deja abierto en la advertencia que el gurú hoy devaluado les hizo hace meses a dos funcionarios: "Se metieron en la heladera de la gente". No lo escucharon.