Un país loco, donde el verde obliga a frenar
La célebre y celebrada "Balada para un loco", de Astor Piazzola y Horacio Ferrer, tenía toda la razón. Los semáforos en la Argentina pueden dar tres luces celestes. Por acá hace rato que también los códigos de colores perdieron la lógica.
En todo el mundo se sabe cuál es la tonalidad del peligro, cuál la de precaución y cuál la de la vía libre. No hay duda, ni discusiones. Pero la Argentina suele ser el mundo del revés.
Las últimas semanas solo han venido a confirmar una larguísima historia de confusiones. Cada vez que el verde brilla más fuerte, el país pisa el freno más a fondo, todo entra en riesgo de colapsar y terminamos amontonados en el Fondo (o más atrás).
Nada es nuevo, o casi. Desde hace cuatro años (y ahora más que antes) los amarillos se pelean con los círculos rojos, aunque muchos imaginaban que iban a ser socios complementarios. En eso andamos ahora, entre la alerta y el peligro. No es de extrañar. Otra vez, como tantas, la luna va rodando por Callao en la porteña soledad. Loco, loco, loco.