El espantoso final de aquella serie
Series de televisión: si en el principio son el enamoramiento, el final es el desencanto. O al menos eso es lo nos muestra el gráfico publicado por la plataforma de datos Public Tableau, que revisa la trayectoria de dieciocho series de calidad de los últimos años. Revisando la puntuación de estas series televisivas se observa un fenómeno curioso: los episodios finales fueron los que obtuvieron las peores puntuaciones.
Todavía está fresco el recuerdo del último episodio de Game of Thrones, y más atrás (antes de Netflix, antes del mundo tal como lo conocemos) aquel fiasco global del capítulo final de Lost. Cualquier guionista puede escribir el capítulo final de una serie, pero hay que tener un gran talento para terminarlo bien. ¿Hay que darles el gusto a los fans o ser arriesgados? ¿Es lícito terminar con un twist impensado, que deja al espectador con la sensación de que tantas horas de fidelidad no sirvieron para nada? El público de las series –nosotros– es un público complicado que quiere ser cobijado y provocado al mismo tiempo. Que, en palabras de Charly García, exige "te amo, te odio, dame más."