Dejar que logren su identidad en libertad
¿Qué importancia tienen la naturaleza, la herencia y la crianza en el orden del nacimiento?Dejo la herencia y la genética para los biólogos y los investigadores y hablo de lo que veo una y otra vez en la clínica desde hace muchos años.Los hijos mayores suelen ser sobreadaptados, responsables, buenos alumnos y atentos a lo que se espera de ellos. A menudo les cuesta compartir y son muy exigentes consigo mismos y con sus hermanos menores. En cambio, el segundo y los siguientes despliegan con mayor libertad su estilo personal. Incluso, a veces, en una familia podemos encontrar dos hijos mayores: el primer varón y la primera mujer.
De todos modos, la naturaleza hace lo suyo: no todos los hijos mayores acatan las pautas que imponen sus padres, ya sea porque son más seguros de sí mismos, no están tan atentos a la mirada de sus padres o no pueden hacerlo. Lo notable es que cuando en la familia el mayor se rebela al mandato -inconsciente- de hijo bueno, obediente y responsable, ¡el segundo toma ese lugar!
Los padres nos estrenamos como tales con el primer hijo. No sabemos lo que podemos esperar y el miedo de que nuestro hijo no alcance lo que deseamos para él nos lleva a sobreexigirlo. Al mayor le damos y le pedimos mucho. A los siguientes les damos menos, pero somos más realistas en lo que esperamos de ellos y tenemos menos tiempo para controlar cada paso que dan. La experiencia nos permite ofrecerles a los siguientes mejor calidad de paternidad, expectativas más razonables y mayor confianza.
El hijo menor tiene un lugar muy especial: suele ser la "mascota" de la familia, se sabe muy querido y a la vez le cuesta sentirse valioso porque no logra alcanzar a sus hermanos. No tiene forma de entender, mientras es chiquito, que nació años más tarde y le falta práctica y que no es una cuestión de capacidad.
Suponemos que somos los mismos padres con nuestros distintos hijos, pero cambian mucho las circunstancias de uno a otro. El momento de la pareja y el laboral, el sexo de ese hijo, nuestro lugar en la familia de origen y otras cuestiones pueden afectar -y mucho- la forma en la que criamos a cada uno, y, por lo tanto, habilitar, inhibir o bloquear ciertos rasgos o capacidades en alguno de ellos.
Está en nosotros invitarlos a desplegarse, encantarnos con lo que cada uno de ellos trae y aprender lo que vienen a enseñarnos, sin descuidar las múltiples cuestiones que podrían llevarlos a adaptarse a los deseos de los adultos en lugar de desarrollar su identidad en libertad.
La autora es psicóloga y coautorade Apego y crianza (Grijalbo)