Caballos de Troya de cristal
No habrá imagen más elocuente del momento político. Locuaz, rebosante de entusiasmo, Pichetto volvía la semana pasada con Macri en el Tango 01 de Neuquén a Buenos Aires. Los acompañaba un grupo de empresarios: Marcos Bulgheroni (Pan American Energy), Javier Goñi (Ledesma), Gabriel Martino (HSBC) y Mariano Bosch (Adecoagro), entre otros. Ese elenco reducido de hombres de negocios que venía de participar del Precoloquio de IDEA, todos ellos habituados últimamente a un oficialismo falto de autoestima y encerrado en sí mismo, pudo en ese vuelo percibir desde adentro lo que de afuera parece también evidente: el macrismo es otro desde el martes de la semana pasada, cuando incluyó al senador en la fórmula para octubre.
La relación de Pichetto con el Gobierno venía mejorando desde hacía tiempo, bastante antes de que le ofrecieran la candidatura, pero pasó una prueba definitiva a fines de abril, durante la última turbulencia cambiaria y particularmente después de un seminario que se hizo en la Universidad de Columbia, Nueva York. Invitado por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, convivió allí con hombres de negocios y funcionarios argentinos. Estaban, por ejemplo, el asesor José Torello y el procurador Bernardo Saravia y ejecutivos como el propio Martino o Gastón Remy, de la petrolera Vistas Oil & Gas. La conferencia, organizada por la Asociación de Abogados Argentinos en Nueva York, se llamaba Challenges and Opportunities y coincidió justo con una jornada cambiaria complicada: ese jueves, 25 de abril, el dólar había pegado un salto del 6,5% en la primera hora de apertura del mercado y el riesgo país ya superaba los 1000 puntos. "'Plan V' urgente", oyeron decir los presentes a un banquero: todavía se hablaba de la posibilidad de que María Eugenia Vidal lo reemplazara como candidato. Frío como siempre, Pichetto hizo en ese contexto proyecciones que en cualquier lugar del mundo serían excesivas para un miembro de la oposición: dijo estar convencido de que la Argentina no iría a un default y de que, pese a todo, Macri le ganaría en octubre un eventual ballottage a Cristina Kirchner .
Reacios al regreso de la expresidenta al poder, los empresarios parecen haberse contagiado de ese optimismo. Pichetto, que no llevaba en aquel vuelo desde Neuquén más de un día de candidato, les dijo a sus compañeros del Tango 01 que se había estado contactando en esas horas con gobernadores peronistas. Puede parecer insignificante para la campaña si se considera que, por ejemplo, el senador no ha podido siquiera aspirar a una elección ejecutiva en su distrito, Río Negro, pero no lo será para el establishment económico después de octubre, cuando empiecen a urgir medidas de gestión que, sin un peronista dedicado a la labor parlamentaria, resultarán casi imposibles para Macri. "Aunque gane, voy a seguir siendo un presidente en minoría", repite el Presidente en la intimidad.
La decisión que tomó el senador no es en realidad ajena a cálculos que hacen los mismos gobernadores. Él viene recordando públicamente que el tiempo de Macri termina en 2023 porque no puede ser reelegido, y la finitud institucional ha sido siempre una condición difícil de resistir para el PJ. ¿Por qué mandatarios que ya ganaron en sus provincias y no se jugarán nada en octubre deberían preferir como presidente a Alberto Fernández, que no solo se formó en el unitarismo económico de Néstor Kirchner, sino que aspirará seguramente a un gobierno de ocho años? Las dificultades estructurales de la Argentina agregan una necesidad: si, como dice, trabaja para quedar en la historia, Macri deberá encarar reformas impopulares que ningún político se ha atrevido a emprender desde Carlos Menem y que, si prosperan, le legarán una administración más tranquila al sucesor.
La jugada incluye, sin embargo, riesgos que exceden la elección. Principalmente para los nostálgicos de los globos amarillos. ¿Qué pasará, por ejemplo, con la identidad de Pro? Pichetto llega a Cambiemos para lo mismo que Alberto Fernández al kirchnerismo: sumar los votos o las estrategias que faltan, porque con lo propio no alcanza. Ambos integran en ese sentido, como le gusta decir al analista Luis Tonelli, caballos de Troya de cristal: la conquista en campo extraño se hace con todos los secretos visibles. Nadie podrá declararse sorprendido. Pro empezó como proyecto personal de un ingeniero decidido a demostrarle a su padre que podía llegar lejos, y es probable que esa aventura tenga también el horizonte de su fundador. Son las razones que volvían impracticable el "plan V". Y lo que el diputado Nicolás Massot, pensando que estaba en el corte y con las cámaras apagadas, proyectó el año pasado ante el periodista Antonio Laje en América. "Lo que nosotros podemos hacer es llegar, normalizar las reglas del juego, hacer que la economía crezca y crecer durante el tiempo suficiente como para... No pienses que en un mandato... No es que Macri va a llegar a 2023 y va a decir: 'Miren, muchachos, pobreza cero'. Es un proceso de 20 años, que posiblemente lo termine el peronismo. Ojalá lo termine el peronismo. ¿En qué sentido? Ojalá lo que venga después sea, con todas las diferencias que podamos tener con el Partido Justicialista, una continuación de lo grueso del plan económico que se está haciendo ahora. Que es volver al superávit, por lo menos fiscal, equilibrar la balanza, volver a tener las exportaciones que teníamos, tener autonomía energética".
Los empresarios no tienen preferencias partidarias. Más que la continuidad de Pro, los inquieta el clima de negocios de una Argentina a cuya sociedad perciben dividida casi en los términos de la Guerra Fría: capitalismo versus ensoñaciones. Marcos Peña detectó ese estado de ánimo cuando empezó a convocarlos hace dos meses a la Casa Rosada. "¿Qué podemos hacer?", le preguntó en una de las primeras reuniones Guibert Englebienne, de Globant. "Hagan públicas las convicciones que defienden en la intimidad, que son las nuestras", le contestó el jefe de Gabinete. Englebienne fue, con su compañero Martín Migoya, uno de los creadores del grupo "Nuestra voz", el chat de WhatsApp que entusiasma a Macri y en el que casi 260 ejecutivos comparten cosmovisiones.
La unción de Pichetto parece ahora la culminación de esta faena, que es eufórica porque acaba de incluir un converso relevante. El presidente de una multinacional lo planteó esta semana en términos conyugales: "Estabas mal con tu mujer, te tomaste el fin de semana de viaje y todo empezó a revivir". Pichetto encendió la pasión de Pro. Y es entendible que su ingreso incluya también algún reparo: la sonrisa y la energía volvieron cuando apareció alguien de afuera.
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