Polémica en las redes: cómo despedirse en una reunión
Se cree que en Twitter la única actividad es dirimir a los gritos e insultos las cuestiones más candentes de la realidad política y económica pero quien eso dice se está perdiendo una enorme parte de la diversión. En la red del pajarito se discute absolutamente todo y apenas aparece un tema que invita más a la conversación que a la invectiva, se socializan los conocimientos individuales y los internautas muestran su mejor cara. Pasó con las camisas de manga corta: ¿Su uso en un varón es síntoma de decadencia o a una prenda admisible? Todo el mundo tuvo algo que decir, incluso con fotos y memes.
Un caso aún más interesante fue el que planteó el brillante Pablo Maurette (@maurette79) responsable del boom que fue la lectura colectiva de La divina comedia, uno de los puntos más altos de la red social. Hace unos días tuiteó: "Al irse sin saludar de una fiesta (gran gesto de civilización y urbanidad) acá se le dice ‘Irish goodbye’. Lo contrario es el ‘Polish goodbye": anunciás que te vas a las 10 y te terminás yendo a las 12, después de saludar a todos cuarenta veces".
Al irse sin saludar de una fiesta (gran gesto de civilización y urbanidad) acá se le dice "Irish goodbye". Lo contrario es el "Polish goodbye": anunciás que te vas a las 10 y te terminás yendo a las 12 después de saludar a todos cuarenta veces.&— Pablo Maurette (@maurette79) January 25, 2020
El tema me resulta apasionante porque lo sufro. Si por mi fuera, quisiera que en el momento en que decido retirarme de una reunión me disolviera en el aire como en Star Trek y me teletransportara a otro destino, preferentemente el sillón de mi casa que ya tiene la forma de mi despatarre. Un punto especialmente incómodo de las despedidas (y de las llegadas, hay que decirlo) no es tanto el saludar a los conocidos, sino a los semiconocidos y a los desconocidos, aunque es probable que me confunda las tres categorías. Todavía recuerdo cuando le di un beso al plomero en la casa de mi hermano pensando que se trataba de un amigo a quien yo debía conocer.
En todo caso creo que las despedidas y las bienvenidas requieren una etiqueta nueva, más dinámica, menos ceremoniosa y que incorpore las nuevas formas de comunicación. Una salida sigilosa complementada con un mensaje de wasap agradeciendo el agasajo y celebrando lo lindo que estuvo todo es, como dice Maurette, un gran gesto de civilización y urbanidad.
Lo cierto es que el hilo derivado de ese tuit trajo un montón de conocimiento nuevo. Varios señalaron que para los franceses, la despedida sin despedida se conoce como "filer à l’anglaise", adjudicando a los ingleses lo que se supone que es una característica de los irlandeses. El escritor y periodista cultural Guillermo Piro señaló que "En la Argentina es hacer la gran Cozarinsky" lo que nos hace imaginar que el ensayista y cineasta Edgardo Cozarinsky se desmaterializa en algún momento de sus eventos sin dejar huellas. Bravo por él.
Alguien acota: "Un conocido mío, finlandés, preguntaba cuál era la diferencia entre un mexicano y un finlandés y respondía: ‘El finlandés se va de la fiesta sin despedirse, el mexicano se despide pero no se va’." Es un excelente método que nos salva de un apuro porque si no, no sé cómo podríamos distinguir a un mexicano de un finlandés.
Otro aporte fascinante lo brindó @rmarceloroman: "En ‘El país de las sombras largas’ dice que para los inuit, irse en mitad de la noche, sin despertar al anfitrión es un gesto de la mejor urbanidad. En cambio, cuando no la pasaste bien, te despedís con mucho aspaviento".
Ahora bien, tomemos este lado luminoso de Twitter y, a los efectos de la argumentación, imaginemos que esta conjunción de datos interesantes y chistes ingeniosos sea la tónica habitual. ¿No sería la de la red una verdadera fiesta en donde uno circula y se mete en una conversación, la abandona, va por otra y después retoma la primera, vaso en mano? ¿Y no sería un poco absurdo que de esa fiesta sin anfitrión nos despidiéramos cada noche? De hecho, algunos lo hacen, saludan al entrar a la red o se despiden al abandonarla, a la noche, sin mayor eco, porque Twitter es una fiesta de 24 horas en la que se entra y se sale con libertad, sin pedir permiso ni disculpas. Vivamos así, como en el Twitter bueno, compartiendo cosas lindas, sin gritarnos, y desapareciendo sin saludar cuando ya tenemos ganas de estar en otro lado.