Aborto, sí; aborto, no
Los plebiscitos aportan luz en temas que se atascan por su extrema polarización. A ese recurso echó mano el presidente Raúl Alfonsín cuando se dirimía el diferendo limítrofe con Chile por el Canal de Beagle, en 1984. Había que aceptar o no el Tratado de Paz y Amistad firmado con el país vecino, a la luz de la mediación del papa Juan Pablo II. El sí obtuvo un abrumador 82%.
Muchos alegan, con gran razón, que un referéndum de este tipo no sería necesario, por ejemplo, en el caso de la despenalización y legalización del aborto , porque para eso están los representantes del pueblo. Pero el tema les quema en las manos a los políticos, máxime en un año electoral. En las fuerzas mayoritarias hay quienes están a favor y quienes, en contra. Las votaciones en el Congreso el año pasado así lo demostraron: triunfó la afirmativa en Diputados (129 a 125, más una abstención), en tanto que se impuso la negativa en el Senado (38 a 31, más dos abstenciones), una suerte de empate técnico.
Votamos este año dos veces en todo el país para elegir presidente (en agosto, las PASO, y en octubre, la definitiva). ¿Por qué no aprovechar alguna de esas dos ocasiones para preguntarle al respecto a cada ciudadano?