No tolero más la frustración
La frustración es parte de la vida. Si bien no podemos evitarla, podemos aprender a manejarla y superarla. Cuando queremos lograr algo y nos encontramos con "piedras en el camino", esos obstáculos nos generan angustia y enojo, emociones que llevan a muchas personas a explotar o a implotar.
¿Cómo podemos manejar las frustraciones?
Cuando les hablo a los adolescentes me gusta usar la siguiente metáfora:
Primera hipótesis: Si un bebé observa a la distancia un juguete y se frustra porque no lo tiene, comenzará a gatear para llegar al mismo y tomarlo. Es en ese momento que activa la fórmula del éxito: Frustración + Esfuerzo = Éxito. Estar frustrado no es malo; si a la frustración le sumamos esfuerzo, tendremos éxito.
La gente suele saludarse con frases como "que tengas suerte", pero no se trata de "suerte": la clave del éxito incluye frustración y esfuerzo.
Veamos una segunda hipótesis: El bebé observa el juguete y lo quiere tomar. Empieza a gatear para alcanzarlo, pero cuando el papá lo ve, le dice: "Pobrecito mi bebito, ¡cómo está sufriendo! Tome el juguetito, no se preocupe". ¿Qué hizo ese padre? Le robó al hijo el esfuerzo, por lo tanto, le quitó la frustración y el éxito. Muchos chicos en la actualidad no valoran nada porque les han puesto todo en la mano.
Analicemos una tercera hipótesis: El juguete está a la distancia y, como el bebé no lo tiene, está frustrado. Empieza a gatear para tomarlo, pero el papá le aleja el juguete y le dice: "¡Vamos, hijo! ¡Vamos, vamos!". En este caso el padre no lo frustró, sino que lo hizo impotente.
¿Cuál es la diferencia entre frustrado e impotente? Si estoy nadando en medio del mar y veo una madera, eso se llama frustración; si estoy nadando en medio del mar y no veo nada, eso se llama impotencia. Otro ejemplo: si me corre un león y veo un árbol, eso se llama frustración; pero si me corre un león y no veo nada, eso se llama impotencia. En otras palabras, la frustración es: hay algo que no tengo, pero hay algo.
Entonces, la fórmula es: Frustración + Esfuerzo = Éxito.
Cómo podemos ser más tolerantes a las frustraciones cotidianas:
- a. Esperarlas. Las frustraciones son parte de la vida, y saberlo y aceptarlo nos prepara para poderlas enfrentar y no "frustrarnos de la frustración".
- b. Cercar la frustración. Supongamos que a un músico no le sale bien una pieza y se dice a sí mismo: "No sirvo para nada. No seré un buen músico". Lo que ha hecho es globalizar su frustración en lugar de cercarla. Cercar la frustración es entender que es esta situación determinada la que no me sale, y es ahí donde el pensamiento creativo me permite ir superándola. Las generalizaciones como "soy un mal papá", "soy un mal trabajador", nos hacen perder la capacidad de maniobrar y aceptar la frustración.
- c. Decir, poner en palabras. Hemos dicho en reiteradas ocasiones que nos curamos hablando. Cuando a la frustración la reconocemos, la cercamos y la podemos expresar, nos volvemos fuertes. Compartir la angustia con nuestra pareja, con nuestros amigos, en un espacio de intimidad, seguridad y respeto, nos permite no solo "frenar" la angustia sino también desarrollar mayor pensamiento creativo y dejarnos cuidar por el otro.
- d. Saldar. Es verdad que las frustraciones —"no pude estudiar", "no pude lograr tal meta"— son parte de la vida, sin embargo, a muchas de ellas podemos reconvertirlas y utilizar nuevos caminos para tratar de alcanzarlas. Hay también otras frustraciones que son parte de nuestra historia. ¿Cómo logramos "la paz" con ellas? Saldando: "No logré esto, pero sí logré esto y aquello". Pensar qué cosas sí logramos nos permite saldar con nosotros mismos aquello que no alcanzamos y seguir adelante.
- e. Aprender, crecer a partir de la frustración. Necesitamos saber que la frustración es parte del aprendizaje. Cuando variamos los caminos vamos descubriendo lo nuevo. La frustración nos enseña. Muchas cosas que hemos aprendido partieron de aquello que una vez nos salió mal.
Ir desarrollando tolerancia a la frustración y seguir adelante nos permite soltar nuevas fuerzas. Todos tenemos una caja de recursos internos extraordinarios que nos acompaña para superar las adversidades, y transformarlas en experiencia y crecimiento.
Tenemos que aprender que la frustración es parte de la vida y que reconvertir esas circunstancias evita que nos quedemos varados en la impotencia. Necesitamos cambiar la estrategia y dejar de repetir siempre lo mismo.
El gran campeón de ajedrez José Capablanca dijo: "Un partido perdido me enseña más que cien ganados".
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