Hora de tregua
HONG KONG.- De lo que se trata es del backstage. Las puertas adentro. Lo que no se ve, pero permite a lo visible brillar como una gema. Más allá del pasillito convertido en comedor; del otro de los estantes y un poco más adelante, tras la presumible puerta donde culmina la cocina, estará el salón del restaurante. Despliegue de espacio, mesas dispuestas, cartas al día y las sonrisas del personal -ese que en la foto se arracima entre bancos apretados- listas para recibir a los clientes recién llegados. Por fuera de estas paredes, el incansable latido de Hong Kong. Del otro lado del pequeño pasillo, el trajinar de una cocina, la puesta en escena de una cita gourmet. Y aquí, posiblemente enfrascados en un silencio apurado, los hacedores. Camisa, delantal y pantalón de rigor; discretos hasta en el gesto de amoldar el cuerpo a la minucia de lugar que les fue reservado. Se dan una tregua. Recuperan fuerzas. En minutos, el latido de la ciudad será también el suyo.