Equilibrista
Zhodino, Bielorrusia.- Dentro de la inmensa rueda de un camión más inmenso aún, el niño contorsiona su cuerpo para que encastre en el marco de la foto que el hombre se dispone a sacarle. Luce pequeño, frágil e incómodo en esa pose que probablemente haya surgido de una propuesta lúdica para contrastar las dimensiones del vehículo que lo contiene. Pero hay esfuerzo en la postura, en el intento de aferrarse a aquello que le permite mantenerse en pie. Su destreza en este juego de equilibrio se demostrará si logra pasar la prueba sin caerse. Una de las tantas que deberá enfrentar en su vida y que implican mucho más que habilidad física. Porque equilibristas somos todos en todo momento. Hasta el más mínimo paso en falso puede lanzarnos a abismos insondables e inimaginables de los que no somos conscientes. Si lo fuéramos, nos resultaría insoportable convivir con las acechanzas que conlleva cada instante de nuestra existencia.