La tercera generación del BMW Serie 1 cambió su filosofía y pasó de la tracción posterior a la anterior con objeto de ampliar el espacio del habitáculo; lo que no se modificó es el placer conductivo y el rendimiento deportivo clásico de la marca bávara
Una de las características esenciales de todos los modelos de BMW a lo largo de su historia ha sido proporcionar al conductor un manejo ágil y con tono deportivo. Para eso, se sabe que la mejor manera de transmitir la potencia del motor al piso es con las ruedas motrices posteriores (regla general en casi todos los modelos hasta la década del 80); en otras palabras, mediante la propulsión, que hoy se conoce más como tracción trasera. Con esta configuración, el motor va instalado en forma longitudinal, lo que requiere un buen espacio para alojarlo delante del habitáculo. Si el vehículo no es muy largo, la habitabilidad es menor.
Pero la industria fue virando hacia otro concepto, que rápidamente adoptaron los fabricantes europeos y japoneses en casi todos sus modelos: el compacto esquema de motor delantero montado de manera transversal, incluida la transmisión, por lo que la tracción es delantera. ¿Ventajas? Menos espacio para el conjunto mecánico, eliminación del eje cardán y mayor amplitud para el habitáculo y el baúl en una menor longitud total, entre otras vinculadas con la fabricación y los costos.
BMW se mantuvo en su tradición hasta que en 2012 presentó el concept Active Tourer, una silueta monovolumen que luego dio origen al Serie 2. Este prototipo era híbrido, pero el motor de combustión interna era transversal y la tracción delantera.
Así llegamos a este BMW 118i SportLine, una de las versiones de la tercera generación del Serie 1 (las anteriores son de 2004 y 2011) y la primera con… Sí, motor transversal-tracción delantera. Es más, obviando el mencionado Serie 2 Active Tourer (monovolumen) y el X1 (SUV), este compacto premium es el primer automóvil de BMW con dicha configuración, un hecho muy significativo en el derrotero de la marca bávara.
Por lo tanto, toda la arquitectura mecánica y la plataforma son totalmente nuevas y desarrolladas con objetivos claros: brindar más espacio en el habitáculo sin perder la agilidad y deportividad en la conducción a pesar de no contar con la clásica propulsión.
Ambas metas resultan satisfecha con creces y si le agregamos la tecnología de que dispone y el generoso equipamiento que ofrece, este Serie 1 tiene atributos de sobra para plantarse en el competitivo y variado segmento de los compactos premium, en el que no faltan rivales de fuste como el Mercedes-Benz Clase A y el Audi A1, por ejemplo.
Dinámica impecable
Estéticamente el cambio generacional es notorio por lo apuntado: este hatchback tiene un capot mucho más corto que su predecesor y un habitáculo mayor; aunque guarda el estilo general de los BMW, reforzado por el nuevo frontal con los "riñones" apenas divididos por una moldura vertical y las grandes ópticas "felinas" full LED, el diseño resulta más convencional que con el elegante capot largo.
No obstante, con una longitud total de 4,319 m y una distancia entre ejes de 2,67 m, dos pasajeros traseros tienen suficiente espacio para viajar con comodidad. La plaza central, en cambio, se ve comprometida por el falso túnel de transmisión que la plataforma heredó de las generaciones con tracción trasera (quizás para no restar rigidez torsional a la estructura autoportante). La mayor habitabilidad del modelo también llega a un baúl con muy buenos 380 litros de capacidad.
El placer conductivo no ha cambiado. En primera instancia es responsabilidad de un motor naftero tricilíndrico 1.5L 12 válvulas con inyección directa de combustible y turbocompresor del tipo TwinScroll (o de doble entrada), que entrega una generosa potencia de 140 CV entre 4600 y 6500 rpm y un par de 220 Nm (22,4 kgm) desde solo 1480 rpm hasta 4200 rpm. Este amplio rango de fuerza de empuje más la rapidísima caja de velocidades automática Steptronic del tipo de doble embrague de 7 marchas hacen que este 118i SportLine brinde una notable performance de aceleración: 0 a 100 km/h en 8,7 s; 0-400 m en 16,2 s; 0-1000 m en 29,6 s, y 80-120 km/h en D en 5,5 s. El consumo urbano ronda los 10,7 L/100 km (cuenta con un sistema Start&Stop bastante "entrometido" por su rapidez para activarse y desactivarse) y a 120 km/h rinde bajísimos 5,8 L/100 km.
El impecable balance y ajuste de las suspensiones (McPherson adelante, multibrazo atrás) y la rápida dirección con asistencia eléctrica completan el rubro placer de conducción proporcionando un muy buen confort de marcha urbano (más allá de contar con neumáticos 225/45 R17") y, al mismo tiempo, un sólido aplomo al doblar o moverse en la ruta. El paquete de seguridad activa aquí ayuda con control de estabilidad y tracción, además de un limitador de deslizamiento de ruedas (ARB). Frena también muy bien: 100 km/h a 0 en 39 m.
El interior es moderno, sobrio y digital, porque cuenta con instrumental, pantalla táctil de 8,8" (que además se maneja con un dial junto a la palanca selectora), dos puertos USB y climatizador bizona. La posición de manejo es deportiva y cómoda; las butacas (con tapizado mixto de cuero y tela) tienen una excelente sujeción lateral y el cojín puede extenderse para sostener mejor las piernas. El equipamiento de confort agrega iluminación en las manejas, que proyecta la luz hacia el piso cuando llegamos al vehículo. Eso si, no cuenta con ninguna de las modernas ayudas a la conducción como alerta de cambio involuntario de carril y otros por el estilo.
En suma, el BMW 118i SportLine es un compacto premium que cambia el paradigma de la marca bávara, pero no traiciona su esencia deportiva. El precio es de US$51.800.