Adam Driver, la estrella menos pensada
TORONTO
Cada tanto irrumpe en el panorama del cine y la televisión un actor que se destaca entre sus contemporáneos por su potencia en la pantalla, su forma de encarar el trabajo y los papeles que elige; incluso, a veces también por escaparle a las convenciones estéticas que Hollywood suele requerir de sus estrellas. Robert De Niro, Jack Nicholson, Dustin Hoffman y Al Pacino lo hicieron en los 70, cambiando el modelo de protagonista masculino en el cine popular. Algo así es lo que sucede con Adam Driver, quien con su talento, intensidad y magnetismo se convirtió en el gran actor de la generación millennial. Si esta afirmación puede parecer exagerada, en estos meses su trabajo en varias películas se encargan de confirmarla.
El actor de 35 años brilla más que nunca en sus dos últimos protagónicos, Reporte clasificado, que Diamond Films estrenó el 14 de este mes en Argentina, e Historia de un matrimonio, que llegará a Netflix el 6 de diciembre. Se trata de dos roles muy diferentes, en los que el actor despliega todas sus posibilidades interpretativas, pasando de una caracterización más fría y controlada hasta una emotividad explícita. En cada paso, Driver siempre toca la nota justa y las puertas de la temporada de premios ya están abiertas para él tras el paso de ambas películas por festivales como los de Toronto, Venecia y Nueva York. Al mismo tiempo, llegará Star Wars: El ascenso de Skywalker, que se estrenará en Argentina el 19 de diciembre, en donde repetirá el papel del villano Kylo Ren.
Aunque su nombre aún no haya alcanzado el reconocimiento total del público, su talento no es una novedad. En especial para aquellos que lo han convocado y que aprecian su presencia escénica y particular dicción, empezando por Lena Dunham, que lo eligió para interpretar al complicado novio de su personaje, Hannah, en Girls. A pesar de que esta serie lo ubicó en la lista de actores jóvenes que tenían un gran futuro, el actor ya había trabajado con grandes directores como Barry Levinson, en el telefilm You Don't Know Jack, y Clint Eastwood, en J. Edgar.
"Fue surrealista -dice Driver en una entrevista a solas con LA NACION revista–. Si mi carrera hubiera terminado ahí, ya hubiese sido bastante suerte. Poder vivir de ser actor y que eso sea lo que te permite pagar tus cuentas es un milagro. Pero encima de eso, trabajar con la gente con la que lo hice… no creo que ni tenga sentido ponerme a analizar lo que significa. Lo único que significa es que tuve suerte. O sea, trabajo muy duro, pero conozco a otros actores que también lo hacen. No puedo descontar el papel que la suerte juega en esto. Una de las primeras escenas que hice en una película fue con Al Pacino, Susan Sarandon y John Goodman, ¿qué puede ser mejor que eso?".
Conversando a propósito de la presentación de Reporte clasificado en el Festival de Toronto, Driver se muestra amable y relajado, pero con la misma seriedad con la que se toma esta profesión a la que llegó luego de pasar dos años en el cuerpo de Marines, fuerza a la que se alistó tras el atentado del 11/9. Ese mismo hecho fue el que motivó a Daniel Jones, el investigador al que interpreta en Reporte clasificado, para dedicarse a trabajar en antiterrorismo. El film de Scott Z. Burns se centra en la investigación sobre el programa de detención e interrogación de la CIA que se implementó después del 11 de septiembre de 2001. Jones fue el encargado de llevar adelante esta investigación que reveló la práctica de torturas y que fue iniciada por una comisión del Senado norteamericano, liderada por la senadora Dianne Feinstein, a quien Annette Bening interpreta en la película. A pesar de los años que pasaron y los obstáculos que tuvo que enfrentar para llegar a la verdad, el investigador continuó con su misión hasta lograr que el reporte se hiciera público.
"Me gusta su ética laboral –dice Driver sobre Jones–. Continuar con algo cuando todo el mundo se apartaba. Seguir con eso durante seis años, escribir un documento de más de seis mil páginas y después tener que pelear para que se haga público, una vez que había sido redactado en 525 páginas. Ese tipo de ética laboral es la que esperás que tenga quien esté en cualquier trabajo, pero especialmente en uno en el que lo que está en juego es tan importante como en roles que tienen que ver con el gobierno. Uno fantasea, al menos yo lo hago, con que haya alguien solo en una oficina que sea lo suficientemente persistente en una causa, cualquiera sea, con la esperanza de efectuar un cambio para mejorar nuestra sociedad. Eso fue lo primero que admiré de él y de su carácter".
La coincidencia entre su motivación para unirse a los Marines y el comienzo de la carrera de Jones en el antiterrorismo tiene para el actor una explicación en un sentimiento de su generación frente al horror del ataque a las Torres Gemelas y la necesidad de hacer algo al respecto. "Creo que la mayoría de las personas de cierta edad en ese momento en Estados Unidos se llenaron de un sentimiento patriótico de retribución –dice Driver–. Contra quién específicamente no creo que lo supiera bien, solo quería estar involucrado. Pero una vez que estuve con los Marines, las ideas políticas de por qué me uní ya no estaban presentes y se trataba más de estar ahí todos los días y apoyar a las personas con las que estaba sirviendo. Era ser parte de una hermandad y el país se convirtió en algo más chico, solo éramos nosotros".
Su paso por los Marines terminó cuando un accidente en un entrenamiento lo dejó fuera de la misión a la que fue enviado su pelotón en la frontera de Irán e Irak. La situación frustró a Driver, pero también le sirvió como una revelación que lo llevó a volcarse a la actuación, un viejo sueño que no había podido hacer realidad. Poco tiempo después, Driver tuvo su segunda audición en la prestigiosa escuela Julliard y consiguió entrar. Entonces, abandonó su trabajo como guardia de seguridad y se fue a Nueva York, donde descubrió que sus experiencias y entrenamiento con los Marines también le servirían en su carrera como actor.
"Fui a una excelente escuela de actuación, pero el mejor entrenamiento actoral que tuve fue con los Marines –dice Driver–. Más que nada aprendí a trabajar en una dinámica de grupo y la efectividad no sólo de tu autodisciplina personal sino de la disciplina grupal para conseguir un objetivo o una misión que es más grande que una sola persona. Eso te quita la presión de encima porque no estás intentando hacer algo en una burbuja, sólo para vos. Tenés que hacer tu trabajo como actor para que otro pueda hacer el suyo; cuanto mejor lo haces es mejor para la historia que estás contando, no para un individuo en particular. El esfuerzo de equipo es la mejor lección que tuve en mi entrenamiento militar y es lo que más me gusta de hacer una película: colaborar con el diálogo y trabajar duro sobre cada detalle".
Consciente sobre cómo las artes escénicas transformaron su vida, Driver fundó junto con su actual esposa, la actriz Joanna Tucker, una organización sin fines de lucro, Arts in the Armed Forces, que acerca a los militares al arte. "Las fuerzas armadas tienen acrónimos para describir todo; no tienen un espacio para una experiencia colectiva en el que la gente pueda hablar de lo que siente –explica el actor–. Nosotros les proveemos una experiencia de una forma de articular sentimientos que, para mí, solo se puede conseguir a través del arte. Es de un modo abstracto, no nos dedicamos a Enrique V o cualquier otra obra que se refiera específicamente a lo militar, sino a obras de Sam Shepard o Tony Kushner, piezas que son sobre el amor y la hermandad. Cuando vienen a ver una de estas obras, en principio, muchas veces nunca vieron una obra ni conocen cómo te afecta ver algo en vivo; no saben lo que es ser parte de un público que está viendo algo en vivo y cómo se crea una inteligencia colectiva. A veces escuchan una línea de diálogo o encuentran un autor que expresa un sentimiento que experimentaron en su vida militar y es la primera vez que encuentran un lenguaje para hablar de algo que no podían describir antes. Esa fue mi propia experiencia con el teatro. El lenguaje no era algo que usábamos en mi casa para expresar sentimientos, y menos en los Marines. Pero cuando ves a otra persona articulando un pensamiento con el que estuviste peleando para expresar… Yo noté el cambio en mí mismo, de repente estaba mucho más calmo y racional cuando pude ponerle palabras a lo que sentía por primera vez. Las artes son un elemento ideal para eso".
En la actuación, Driver no sólo encontró una forma de expresar sus sentimientos sino una vocación para la que tenía evidente talento. En menos de una década actuó en obras de Broadway, recibiendo una nominación este año al premio Tony por Burn This; fue parte de una serie de gran impacto cultural como Girls, que le valió varias nominaciones al Emmy; y fue dirigido por Martin Scorsese, Jeff Nichols, Steven Spielberg, Jim Jarmusch, Steven Soderbergh, los hermanos Coen, Spike Lee, Terry Gilliam y Noah Baumbach, con quien estableció una perfecta sociedad en cuatro películas, incluyendo Historia de un matrimonio. Este excelente film sobre la disolución de un matrimonio, que co-protagoniza con Scarlett Johansson, probablemente le consiga una muy merecida nominación al Oscar como Mejor Actor. Solo una escena en la que canta un tema de Stephen Sondheim sería suficiente para darle el premio mayor de Hollywood, que se escapó de sus manos el año pasado cuando fue nominado a Mejor Actor de Reparto por El infiltrado del KKKlan.
Habiendo trabajado con todos estos grandes directores genera curiosidad cuáles serán los siguientes pasos de Driver y sobre todo, de quién está estará esperando la llamada.
"¡Uh, de tantos! Mandaría señales luminosas si fuese así de fácil. Pedro Almodóvar es alguien con quien me encantaría trabajar. También con Michael Haneke", dice el actor, quien ya tiene un pie en el cine europeo con Annette, la nueva película musical del francés Leos Carax, que co-protagoniza con Marion Cotillard y que se estrenaría en 2020.
Más allá de su afán por asociarse con grandes autores del cine contemporáneo, el actor también dejó su huella en una de las franquicias más importantes de Hollywood: Star Wars. Con su 1.89 metros de altura, su voz grave y una mirada llena de intensidad, el actor resultó ideal para encarnar a Kylo Ren, representante del Lado Oscuro en las tres películas más recientes de la saga.
"Lo sentí distinto porque la escala era muchísimo más grande que cualquier otra cosa en la que trabajé antes -dice el actor-. Cosas técnicas como el CGI fueron diferentes pero el trabajo se sintió igual por JJ Abrams y por Rian Johnson. Los dos son cineastas y en ese aspecto no fue distinto. Lo que me imaginaba de trabajar en películas tan grandes era que todo iba a ser muy general y que el espectáculo iba a primar por sobre los personajes pero porque ellos eran los directores eso no fue así".
Lo que sí fue un poco abrumador para Driver fue la popularidad que le valió su participación en estos films. El actor se esfuerza por mantener su vida privada fuera del foco público y lo ha conseguido en gran medida, por ejemplo, logrando durante dos años que los medios no se enteraran del nacimiento de su hijo (hasta que los delató accidentalmente el Instragram de su cuñada).
Driver tendrá que encontrar la forma de lidiar con el interés del público porque este sólo crecerá luego de esta temporada en la que coincide la última Star Wars y los otros dos grandes estrenos que lo tienen como protagonista. Entonces, la afirmación de que Driver es el gran actor de la generación millennial ya no parecerá para nada exagerada.
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