Cuando el programador Brad Neuberg junto a dos colegas abrieron las puertas de su casa en San Francisco, Estados Unidos, a otros programadores para compartir gastos –especialmente los de la conexión a Internet- daban el primer paso hacia una nueva modalidad de trabajo mucho más colaborativa. Casi 15 años después, la tendencia que se expandió por el mundo va hacia el trabajo colaborativo segmentado por rubro o industria y por eso ahora, muchos espacios de coworking son temáticos. ¿Qué implica esto? Bajo un mismo techo se reúnen todas las aristas posibles vinculadas a una misma actividad; hay espacios de trabajo especializados en diseño, en diseño de indumentaria, en creatividad, en vitivinicultura y hasta en real estate, entre otras variantes.
Más allá de un espacio compartido y flexible, éstos reúnen a personas o empresas que tienen intereses y necesidades comunes; de manera que ese contacto sirve como "potenciador" de sus proyectos, pero además, suman una buena propuesta de servicios y herramientas de trabajo. En otras palabras, quienes trabajan en esos lugares, construyen una relación de win–win. "El hecho de estar rodeado de profesionales del mismo rubro genera naturalmente una sinergia que no se da en otros ambientes. Los seres humanos somos una especie que se desarrolló en comunidades y como tal necesitamos de un grupo para evolucionar. Esto se potencia todavía más cuando el entorno cuenta con todas las herramientas que normalmente no están disponibles o al alcance de los pequeños productores o los creadores independientes", relata Constanza Argerich, socia gerente de Estudio Bling, un coworking especializado en diseño de indumentaria y accesorios que abrió sus puertas en diciembre pasado. "Los argentinos nos caracterizamos por ser muy emprendedores y muy ingeniosos a la hora de enfrentar desafíos, los diferentes vaivenes por los que atraviesa el país son el semillero de espacios como el nuestro donde gente creativa y emprendedora puede acercarse a crear y producir con una inversión mínima. Es por eso que asumimos que este tipo de ofertas va a ir creciendo a lo largo del tiempo y en diferentes rubros", agrega la ejecutiva. La Comunidad Negocios Inmobiliarios es otro ejemplo de coworking temático, en este caso especializado en real estate. Éste agrupa a comercializadores de propiedades, arquitectos, constructores, escribanos, abogados, entre otros. "La ventaja es la interacción entre profesionales del rubro que enriquece a todos los miembros y ayuda a generar negocios compartidos", asegura Damián Tabakman, socio de La Comunidad. Con sede en Palermo y un año y medio de vida, ya planean mudarse hacia un espacio más grande en Belgrano y en unos meses, la apertura de una sucursal en Puerto Norte, en la ciudad de Rosario.
Este coworking demandó una inversión inicial de $10.000.000 y ofrece servicios como el del alquiler de una oficina privada con un fee que varía entre los $18.000 y $21.000 por mes; mientras que un escritorio en un espacio compartido pero fijo se cobra $10.000 por mes. En el caso de que sea móvil, ese monto disminuye a $5000. Un dato importante es que todos incluyen sala de reuniones, recepcionista, Internet y software para cargar productos y hasta una red interna para compartir información con otros miembros. "La Comunidad es un club de negocios, sus miembros se conectan entre sí, resuelven sus necesidades y se potencian. Les facilitamos software, chat interno, canal de TV con acceso a los talleres que se realizan, servicio de asesoramiento crediticio para la compra de inmuebles, sala de reuniones, sala de eventos; RR.HH. especializados en el sector. Además, los jueves se realizan talleres sobre temáticas de interés para el sector y maratones de proyectos a cargo de desarrolladores", detalla Pablo Sánchez, el gerente general del proyecto.
Las ventajas
La idea de los coworkings temáticos es que las personas compartan información, se capaciten, colaboren entre sí y se les simplifique el proceso de llevar adelante un emprendimiento. Por ejemplo, Estudio Bling no solo alquila escritorios móviles –desde $2000 por semana– y oficinas privadas con capacidad para entre dos y cinco personas–-desde $3500 por semana–, sino que también cuenta con todo lo necesario para la producción de moda: computadoras, tabletas de dibujo, plotter de sublimación, caladora láser, impresoras 3D, taller de costura y de serigrafía; todo el equipamiento se alquila según las necesidades de cada diseñador. En este caso, la inversión inicial fue de US$130.000 e incluyó la remodelación del espacio, el mobiliario, la maquinaria y los insumos. "La diferencia entre el coworking genérico respecto a los temáticos es que en estos últimos tenés muchas cosas resueltas. Por ejemplo, si estás en uno general, tenés al lado un contador, un abogado, un escribano, que en parte pueden potenciarte. Pero en uno temático, eso se amplifica porque todos están en la misma sintonía y en el mismo mercado. Vivimos en un país con un montón de dificultades y en estos espacios uno tiene muchos caminos más allanados", explica Roberto Drazich, CEO de dos coworkings temáticos: Grape, dedicado a la vitivinicultura, y Whale, exclusivo para creativos, ambos ubicados en la ciudad de Mendoza. El primero demandó una inversión de US$500.000 y otros $500.000 en mobiliarios; mientras que para el segundo el desembolso fue de US$150.000 y $1.000.000 en muebles.
Con un perfil más empresarial, Grape cobija a bodegas, arquitectos, decoradores, investigadores, especialistas en informática y de comercio exterior. "Todo está pensado para resolverle la vida a alguien que tiene una bodega", explica Drazich. Mientras que Whale, dispone mayormente de espacios comunes, y está destinado a publicistas, comunicadores, diseñadores, agentes de marketing, arquitectos y emprendedores. En ambos casos, los precios de alquiler parten desde los $10.000 por mes en el caso de las oficinas $3800, en los boxes fijos y $2500, los escritorios flexibles, no fijos. "Esta modalidad implica un cambio de paradigma porque de esta forma quien trabaja al lado no es competencia, sino que permite potenciar. Enfrentamos problemas y proponemos soluciones todos juntos", agrega. Drazich plantea una de las principales desventajas de los espacios compartidos y tiene que ver con que algunas empresas necesitan el espacio físico como parte de su imagen, y la realidad es que los espacios compartidos no cumplen con ese objetivo.
La interacción, parte de la propuesta
Ya sea un coworking temático o no, la estructura y diseño de estos espacios apuntan a la concentración, colaboración, sociabilización y aprendizaje. Pero también es clave asegurar "cierta" confidencialidad, y por supuesto, confort. Para lograrlo, la arquitecta Gabriela Kay, de Grupo A2, afirma que es necesario contar con elementos de diseño que promuevan la interacción entre las personas y el espacio; la flexibilidad y el confort mediante una iluminación adecuada y la climatización de los espacios que permita a los usuarios sentirse como en casa. También es imprescindible incorporar el concepto de biofilia, colocando plantas y espacios verdes con los que las personas conecten con la naturaleza tanto para momentos de creación como los de esparcimiento y descanso. Además de prestar especial atención a la tecnología con espacios adaptados a la movilidad, con buena conectividad wi–fi, y tecnología flexible.
"En estos espacios, los muebles dejan de ser objetos para convertirse en herramientas. Por eso se usan mesas abatibles, puestos de trabajo componibles y regulables en altura; móviles, livianos y fácilmente reconfigurables. Se piensa, por ejemplo, en el soft seating, para que la persona pueda trabajar en la comodidad de un sillón pero sin perder ergonomía y conectividad gracias a la incorporación de pequeñas mesas de apoyo regulables en altura con conectividad", explica Kay. También se usan pods de reunión, que son espacios de encuentros informales que no requieren de la estructura tradicional de una sala con tabiquería cerrada hasta el techo; se trata de paneles móviles realizados con materiales fono absorbentes, livianos y simples de reubicar generando lugares de encuentro. Según la experiencia de Kay, siempre hay que tener presente que en un espacio de coworking uno debe trabajar con el mismo nivel de confort que en una oficina tradicional. "Un error común es creer que colocando puffs de colores y mesones de trabajo se genera un espacio de coworking. ", agrega. El éxito de un coworking, además de las tarifas y la ubicación, depende del diseño que considere las necesidades que los diversos usuarios buscan satisfacer al momento de alquilar un espacio y la calidad de los servicios que se brindan.
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